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PADRES E HIJOS

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Es común que cuando los hijos se adentran al mundo de la escuela -a partir de preescolar-, sobre todo en su primer día de clases, experimenten diversas sensaciones y sentimientos que pueden ir desde temor, angustia e incertidumbre en torno a lo que les aguarda en un ambiente que desconocen por completo y que apenas comenzarán a explorar, por lo que es importante que los padres de familia los hayamos preparado mentalmente para que vayan con la expectativa de conocer un ámbito en el que harán nuevas amistades y aprenderán muchas cosas.

De esta manera, si platicamos con ellos desde semanas atrás, los iremos mentalizando en el sentido de que no les va a ocurrir nada malo en ese espacio llamado escuela y que, por el contrario, conocerán un ambiente en el que estarán seguros, acompañados de otros niños y niñas de su edad, además de maestras y maestros que les cuidarán para que todo marche bien, al tiempo que se les puede comentar que, mientras aprenden cosas nuevas, se divertirán con juegos que compartirán con sus nuevos amigos y amigas, de ahí que no hay por qué sentir miedo por algo positivo que les dejará su estancia en la escuela por algunas horas durante la mañana.

Por supuesto que puede considerarse como normal el hecho de que los hijos o las hijas lloren durante su primer día, ya que ignoran qué les depara por todo ese tiempo que van a estar en la escuela separados de sus padres y sus hermanos. Además, también es común que algunos -o muchos- progenitores también experimenten la misma sensación y que también derramen algunas lágrimas por dejar a su pequeño o pequeña en ese ambiente, pues a veces se crean posibles escenarios donde ven a su vástago llorando toda la mañana, lo que no siempre tiene por qué ocurrir de esa manera.

No obstante, tal como lo sugieren las maestras de preescolar, lo mejor y lo más recomendable es dejar a niños y niñas en la escuela con un semblante y una actitud de tranquilidad, diciéndole al pequeño o a la pequeña que les va a ir bien en la jornada escolar, que se diviertan y que más tarde pasarán por él o ella para estar juntos en casa, que sus profesoras los cuidarán y protegerán para que no les suceda nada negativo durante su ausencia, de tal manera que el tiempo se pasará pronto para reunirse y platicar cómo les fue durante su estancia en el plantel educativo.

Con este tipo de actitudes les ayudaremos a fomentar su autoestima, su confianza en sí mismos y contribuiremos a que se sientan más fuertes e independientes, por lo que debemos infundirles esa sensación de seguridad, de fortaleza, para que ellos también experimenten esos sentimientos que les sirvan de soporte para saber que pueden valerse por sí mismos cuando su mamá o su papá no están a su lado, pues difícilmente los tendrán junto a ellos en todo momento, en todos los lugares a donde se trasladen.

Llama la atención, por ejemplo, que algunas madres y algunos padres de familia ingresan a las escuelas para acompañar a sus hijos e hijas para dejarlos y dejarlas en el aula que les corresponde, y varios van todavía más allá hasta acomodarles su mochila y su lonchera en la silla donde se sientan, con lo que, lejos de ayudarlos a crecer y a fomentar su independencia, los perjudican con esa actitud de sobreprotección ya que los pequeños y las pequeñas deben aprender a caminar solos en espacios donde ya hay seguridad como son los planteles educativos, lugares en los que la responsabilidad del cuidado ya corre por cuenta de maestros y directivos.

En este contexto, el mensaje que los padres y las madres de familia envían a los hijos es contrario al que deberían recibir ya que, gradualmente, los hijos e hijas deben aprender a cuidarse por sí mismos, lo que sólo podrán asimilar si se les fomenta la confianza y la seguridad en todo lo que hagan. Sin embargo, si los vástagos llegaran a encontrarse con algún obstáculo o un peligro en el camino, deberán comunicarlo, en primer lugar -si es en la escuela- a su maestra o maestro, y si es fuera de ese espacio, deberán transmitírselo a sus padres.

No perdamos de vista, amable lector, que si bien en estos tiempos a los hijos les pueden acechar muchos peligros, sobreprotegiéndolos no es la mejor manera de tenerlos más seguros pues sólo los estaremos haciendo codependientes, inseguros y desconfiados de muchas personas que los rodean.

Enseñémosles que, si bien, pueden encontrarse con personas que quieran hacerles daño, no todas tienen esa intención, por lo que habrá que enseñarles a cuidarse para que no los lastimen y que refuercen su confianza en sí mismos. Mientras más les inculquemos que pueden valerse por sí mismos para salir adelante en muchas situaciones, en esa misma medida aprenderán a protegerse de los peligros que les acechan.

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