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Nada me daría más gusto

Consinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Uno se equivoca cuando juzga las decisiones tomadas de manera reciente, sin conocer las consecuencias que, a largo plazo, traerán consigo tales determinaciones. Como sucede con todo en esta vida, no hay decisiones perfectas, todas tienen sus aspectos positivos y negativos, aunque no siempre se dejan observar a primera vista. Por eso, para poder ser justos con las medidas tomadas, se necesita una perspectiva más amplia, que sólo el tiempo y la madurez pueden dar.

La experiencia no siempre es nuestro mejor maestro, sin embargo, cuando bien aprovechada, nos permite aproximarnos de manera más rápida hacia ese punto en el que podemos tomar la debida distancia para valorar nuestras decisiones. Primero, porque aprendemos a comprender que son las circunstancias y no nuestras decisiones per se las que terminan haciendo ver como exitosa o fracasada una decisión; segundo, porque reconocemos que esas circunstancias van a cambiar. Así aparece el sentido común a jugar su importante papel.

Sin embargo, en la actualidad reconocemos que el sentido común es el menos común de los sentidos y tal vez tengamos la razón, porque no sólo tendemos a desdeñar por completo a la experiencia, sino que, incluso, somos incapaces de reconocerla como tal. En pocas palabras, no aprendemos y vivimos todo como si, cada oportunidad fuera la primera ocasión. Y si el acceso a nuestra propia experiencia nos está negado ¡cuánto más a la experiencia ajena! Por eso, termina pasándonos eso que suponíamos que sólo a los demás les podría suceder. Y luego nos lamentamos de nuestra mala suerte.

Me parece que en las filas del próximo gobierno federal hay elementos destacados, pero creo que muchos de ellos pecan de ingenuidad, seguramente, arrastrados por el entusiasmo de formar parte de algo que "hará historia". Por supuesto, también están los perversos que sólo ambicionan el poder y las riquezas y privilegios a los que se accede gracias a éste, con todo y la famosa austeridad. Pero, los que me preocupan son aquellos que, de manera inocente, se dejaron embarcar en una aventura que no va a tener el final feliz que ellos esperan.

No conozco ningún movimiento -tal vez lo haya- que habiéndose autoasignado un lugar en la historia haya triunfado; en particular, aquellos que dependen tan directamente de un liderazgo. Todos han terminado por desvirtuarse y entregar cuentas muy distintas a las que les dieron origen. Y por más que desearía creer, no observo, fuera del entusiasmo de algunos seguidores y de algunas ideas sueltas que tienen cierta lógica, mayores elementos como para decir que la cuarta transformación va a resultar exitosa. Más aún, mi escepticismo va creciendo en la medida en que transcurren las semanas y la transición va dejando asomar la verdadera forma que tomará el gobierno Lópezobradorista.

Pero, dejemos que el tiempo nos coloque en mejor perspectiva y que, desde allí, pueda descubrir que estaba equivocado. Nada me daría más gusto.

Escrito en: Consinsentido que,, manera, común, experiencia

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