Los hay de todos tamaños y colores: desde esas clásicas setas blancas hasta los que parecen salidos de un cuento de hadas por su brillante sombrilla roja moteada en blanco. También existen azules, amarillos, rosas y más.
Hablar de hongos es adentrarse en todo un universo de posibilidades pues son aquellos seres capaces de reciclar y mantener vivos los nutrientes en la naturaleza. Son el segundo organismo más numeroso en la Tierra después de los insectos; además, tienen una gran capacidad de adaptación y cumplen funciones indispensables para el equilibrio natural.
No todos se comen. De acuerdo con la CONABIO, de las más de 200 mil especies registradas en México, tan solo 320 tienen valor gastronómico y éstas crecen en florestas, que representan aproximadamente una tercera parte del territorio.
El bosque tiene un encanto particular durante agosto y septiembre. Para estos meses, las lluvias lograron lo que pocos fenómenos: reverdecer los árboles y hacer que el musgo crezca; hay hojarasca en el piso y las tonalidades van del verde brillante en las alturas al negro azabache en el suelo. Ahí, escondidos entre las hojas de pronto surgen colores que delatan que existe toda una dinámica imperceptible a los ojos humanos.
El hongo es el fruto de la simbiosis entre los árboles y el micelio, que es una red subterránea de comunicación entre los seres vivos, el clima, el agua y la tierra, de tal suerte que no solo son alimento para nosotros, sino que equilibran el ecosistema.
Los hay de todos tamaños y colores: desde esas clásicas setas blancas hasta los que parecen salidos de un cuento de hadas por su brillante sombrilla roja moteada en blanco. También existen azules, amarillos, rosas y, aunque cada variedad tiene características distintas, comparten algo: un gran valor biológico y nutricional.
Pero no todo es miel sobre hojuelas cuando la naturaleza marca la pauta: con el calor y el cambio climático, cada vez hay menos, y su temporada es más corta (y también se atrasa).
Los hongos silvestres son muy baratos para lo que cuesta recolectarlos: en una jornada de ocho horas, una persona apenas encuentra alrededor de cinco kilos, que se venden entre 50 y 200 pesos según la especie.
Si bien hay algunos hongos comunes a todos los bosques, de acuerdo con el ecosistema será la disponibilidad, su nombre, temporada y recetas con las que se ponen en el plato.
FUNCIÓN
El hongo es el fruto de la simbiosis entre los árboles y micelio, red subterránea de comunicación entre seres vivos, clima, agua y tierra.
LABOR
En una jornada de ocho horas, una persona apenas encuentra alrededor de cinco kilos y los vende entre 50 y 200 pesos.