De encuestas y datos
Cuántos no nos hemos preguntado: ¿serán verdad los resultados de las encuestas con las que nos bombardean a diario los medios?
Muy pocas coinciden entre sí y, la verdad, algunos adoptamos la práctica (muy riesgosa, por cierto) de ¡no pelarlas!
Que si se cae Acapulco y suben popularidades de quienes no hacen lo necesario para arreglar el problema; que si suben los intereses y sube el PIB; que si la luna es de queso. La bronca es que ya no confiamos, y pasamos a leer la sección de espectáculos.
En su columna de El Universal, Macario Schettino comparte la preocupación que tiene sobre la veracidad de los datos que nos ofrecen las fuentes oficiales y el riesgo de que, de ser cierto su apuro, nos encontremos en el futuro con algunas sorpresas o ¡sorpresotas!
En mi entrega anterior mencionaba que el famoso y multicitado fenómeno del "nearshoring", que ya hasta mi nieto lo usa para pedirme que relocalice su escritorio de tareas a un lugar más calientito durante la temporada, pues me suena muy mediático, con una combinación de esperanzador. ¿Por qué? Pues porque las cifras que nos reportan diferentes fuentes nomás no avalan la magnitud del movimiento. Simplemente, hasta el tercer trimestre, la inversión extranjera directa, la IED, para nuevos proyectos, donde estarían los de relocalización, solo llegan al 8% del total. A lo mejor están esperando a que llegue Santa con unos billetes.
Lo cierto es que la IED del tercer trimestre de 2023 es la más baja desde ¡1994! En este sexenio la IED es 4% más baja que en el sexenio anterior, y con 34 mil millones de dólares al año es 33% menos que el monto de las remesas que mandan nuestros sufridos coterráneos desde fuera (datos del Inegi y Schettino).
Otros datos discordantes son los relativos a la balanza comercial; las exportaciones que venían de un crecimiento del 7% en marzo bajaron a 1% en septiembre. Ustedes dirán: bueno, eso es porque el peso está fuerte. Pero ¿no será porque hay una menor demanda de bienes?, dice el Sr Schettino. Sin embargo, a las importaciones les pasa lo mismo: del 7% caen al -5% en el mismo período. Pero ¿cómo? si los bienes ahora ¡están más baratos! Y agreguémosle que la economía se reporta con un crecimiento del 3.5%. Mmmm... ¡qué extraño!
Claro que, como minero de datos, me percato de estos datos "fantasmagóricos" como los califica Schettino. Con estas dudas, el único recurso que me queda para decidir el menú del día en mi casa es hacer una encuesta presencial (o digital) a los 5 miembros de mi casa y elegir por mayoría simple, no calificada, si mañana habrá sopa de letras o de dinosaurios, aunque, aun así, muchas veces se impone la persona que maneja la cocina y hace lo que considera conveniente, a pesar de los deseos mayoritarios en contra. Siento en estas ocasiones a mi señora como directora de la Cámara de Diputados: aunque quieran todos, ¡no quiero!
Ánimo, que ya pronto llegarán las posadas y mandaremos los datos a dormir hasta enero.