A lo largo del tiempo, nuestro cuerpo y piel va perdiendo sus beneficios dando pasos a signos de la edad.
El colágeno es la proteína que más abunda en nuestro cuerpo. Lo cierto es que a lo largo del tiempo va perdiendo sus beneficios dando pasos a signos de la edad como pueden ser las arrugas.
A raíz de estas muestras de envejecimiento muchas personas recurren a cirugías y demás intervenciones como pueden ser las inyecciones de bótox, o baby bótox, que a diferencia de la primera no tiene como objetivo la relajación del músculo, si no la debilitación del mismo para suavizar su aspecto.
Lo cierto es que la pérdida de colágeno lleva a una disminución progresiva de la elasticidad y firmeza de la piel. Según expertos, "entre los 25 y los 40 años se pierde un 1,5% del colágeno total".
Pese a esta disminución de colágeno, "no es hasta los cuarenta cuando se empieza a perder 1% de colágeno cada año", por lo que una piel de 30 años no requiere necesariamente productos ni cosméticos pensados para combatir los signos de envejecimiento.
Hay que decir que la piel de nuestro rostro se mantiene tersa y firme gracias a tres tipos de proteínas: la fibrina, encargada de sostener las estructuras formando redes tridimensionales; la elastina, que da elasticidad como su nombre indica, y el colágeno, componente más abundante de la piel encargado de dar flexibilidad y resistencia.
Las primeras líneas de expresión, pliegues, bordes y surcos comienzan a aparecer cuando los niveles de las tres proteínas empiezan a descender en el organismo. Lo cierto es que son varios los elementos que pueden deteriorar esta estructura cutánea: el exceso de sol, el tabaco, el uso de productos inadecuados, la vida en climas muy secos o incluso el exceso de limpieza hacen que la piel empiece a afinarse, empiece a adelgazar y que ese escudo protector que nos aísla del medio ambiente se vuelva más frágil.