Fueron tiempos maravillosos...
La palabra "recordar" viene del latín "recordari ", formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). Recordar quiere decir mucho más que tener a alguien presente en la memoria, significa volver a pasar por el corazón.
Los recuerdos vienen impregnados de una gran carga emocional que nos hace sentir como si estuviéramos inmersos en el escenario pasado, lo importante de un recuerdo es la emoción. Las fotografías juegan un papel especial en revivir los momentos más importantes y añorados de nuestras vidas. La frase "recordar es volver a vivir" fue usada por Kodak hace décadas para vendernos la idea de sus cámaras como dispositivos para atrapar la vida. Según un proverbio celta "el recuerdo no envejece" y, como decían los clásicos "lo que permanece en el recuerdo, nunca muere". Esto quiere decir que "recordar es vivir", aunque no se pueda vivir sólo del recuerdo.
La nostalgia es un sentimiento anclado en el pasado, de hecho, es entendida como la añoranza a todo tiempo mejor, es un sentimiento de tristeza mezclado con placer y afecto, cuando una persona anhela tiempos pasados considerados felices. La nostalgia se hace presente al entrar en contacto con un aroma, un objeto, un sonido, una persona o una imagen.
Echar la mirada atrás y sentir como se te encoge el corazón, produce una mezcla de dulce y salado, es un dolorcito que te apachurra el corazón, por haber tenido algo o alguien y ya no tenerlo, o también es un sentimiento de añoranza de algo que ya pasó. Somos seres emocionales que aprendimos a razonar, no seres racionales que aprendimos a sentir, el solo recuerdo de un día en la playa te puede hacer sentir ese calor, e incluso enfermar de las emociones, por ejemplo; la tristeza prolongada nos lleva a la depresión.
Nada nos pertenece excepto los recuerdos, sin embargo hay recuerdos que no se deberían de evocar, porque nos lastiman y nos hacen daño, evade aquellas cosas que no tienen solución. La buena memoria puede tornarse abusiva, recordarlo todo es equivalente a tomar un cuchillo cada mañana y rebanase distintas partes del cuerpo con su filo.
De vez en cuando hay que hacer una selección de nuestros recuerdos ¿cuáles vale la pena llevar y cuales debemos soltar? Necesitamos ser resilientes en las experiencias negativas del pasado y transformarlas en crecimiento. Nunca es tarde para aprender a crecer.
Nuestras emociones negativas nublan nuestros recuerdos y los vuelven más polarizados, centralizados y catastróficos orientados hacia el dolor, el sufrimiento o la nostalgia. Los mejores recuerdos son aquellos que al pensarlos, te sacan una sonrisa, conectarnos con lo positivo es clave para nuestra salud mental, los acontecimientos de vida positivos hay que recordarlos, disfrutarlos y revivir las emociones y los negativos o tristes hay que analizarlos para convertirlos en aprendizaje de vida para no quedar atrapados en el resentimiento. Hay personas en nuestra vida que alguna vez estuvieron ahí para nosotros y nos dieron instantes compartidos inolvidables, hermosos recuerdos, experiencias, viajes, momentos amorosos, divertidos, instantes extraordinarios, pedacitos de mágica complicidad. Fueron, son y serán momentos felices que agradecemos y que a su vez nos dan fortaleza en instantes difíciles. Esa dosis de amor hizo significativa nuestra experiencia y lejos de lamentar que no se sucedan con más frecuencia esos momentos de perfección absoluta, solo debemos agradecerlos por haberlos experimentado.La felicidad, en realidad, son momentos, son preciosos fragmentos de tiempo que van y vienen como pompas de jabón que estallan y desaparecen, pero que nos dejan a la vez, esa sonrisa satisfecha en el rostro y ese hálito de ilusión de vez en cuando.
Si se te cierra el corazón por los recuerdos, inhala diciendo: eso es del pasado y exhala diciendo: este es mi presente. Yo sigo creyendo que el amor, la felicidad y la paz, es una cuestión de decisiones, hay que dejar a un lado el veneno y la daga y buscar tu propio final feliz.