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CARIÑOTERAPIA

Sé más inteligente que tu teléfono

Sé más inteligente que tu teléfono

VANESSA BARDÁN PUENTE 19 mar 2023 - 10:03

¡No es posible! me dije a mi misma, mientras observaba a la pareja que se encontraba en la mesa frente a mí en un restaurant que a mi parecer era lujoso, tenía un ambiente a media luz y al fondo se escuchaba música de sax que invitaba al romance.

Con asombro me quede mirando a estos chicos adolescentes que estaban sentados frente a mí, parecía que el joven le estaba proponiendo que fuera su novia a la distraída chica de cabellos lacios y desarreglados, él se notaba que se había esmerado para tal ocasión: pétalos de rosa en la mesa, velas a media luz, un ramo de rosas rojas y también había una cajita coqueta como de regalo, pues sí, yo estaba de metiche... De repente él se levantó y se colocó frente a ella, la miró a los ojos y algo le susurró al oído e inmediatamente se dieron un abrazo.

No habían pasado ni cinco minutos cuando, la chica tomó su celular, empezó a tomar fotos y enviar mensajes, el pobre chico solo volteaba de un lado a otro esperando que lo mirara a los ojos y le prestara atención. ¿Será que hemos llegado a un momento en el que amamos demasiado a los celulares? Es momento de hablar seriamente sobre eso...

Hoy en día tenemos una relación más íntima con nuestros celulares con nuestros seres queridos: Dormimos con ellos, comemos con ellos y los llevamos en nuestros bolsillos a todas partes. Los revisamos, en promedio, 47 veces al día... aunque si tienes entre 18 y 24 años el número asciende a 82 veces. Los amamos por buenos motivos: nos dicen el clima, la hora del día y cuántos pasos hemos dado.

Nos consiguen citas, nos entretienen con música y nos conectan con amigos y familiares, hasta responden a nuestras preguntas, además de aliviar la soledad y la ansiedad. Pero el amor a los celulares puede ser excesivo, tanto así que es posible que interfiera con el amor humano, aquella intimidad tradicional, cara a cara se está perdiendo y está interfiriendo con la calidad de relaciones y con la calidad de los momentos vividos y como resultado terminas ignorando a la persona que tienes enfrente porque al parecer es más atrayente y divertida.

¿Tu pareja se la pasa enviando y recibiendo mensajes de texto? ¿Permanece en Facebook? ¿Está haciendo todo esto con su celular cuando los dos ya están en la cama? Entonces es probable que seas víctima de phubbing, Este anglicismo es una combinación de las palabras snubbing ('despreciar') y phone ('teléfono'). Cuando tu pareja revisa constantemente su celular, envía un mensaje implícito de que este es más interesante que tú, el phubbing disminuye el bienestar y la calidad en la relación. Valorar nuestra vida es un aspecto clave que garantiza nuestro bienestar.

No necesitamos situaciones extremas para valorar la vida, maravillarnos con un atardecer, con una tarde de lluvia o mirar a los ojos a nuestros hijos, perdemos de vista la importancia de ser más sabios o la suerte de seguir acompañados por aquellos a los que amamos.

Hay cosas tan importantes que, es injusto darlas por hecho e ignorar del valor que tienen. El primer paso es estar consciente del problema, cuando un celular está presente durante una conversación, esta se vuelve menos satisfactoria y empática, cuando tu pareja mira más al móvil que a ti, te crea una desconexión porque se rompe la comunicación efectiva y eso es molesto, si no se toman algunas medidas, es posible que los conflictos sigan escalando. Si tu pareja o tus hijos se convierten en zombis con el celular, sugiero que intentes con un acercamiento como este: "Me encanta hablar contigo, pero cuando estás revisando constantemente tu celular es difícil tener una buena conversación".

La vida es corta, es importante disfrutar a las personas en tu vida. La pareja y necesita formar una alianza y decidir juntos cuáles son las nuevas reglas, por otro lado, retoma el control y aprende a relacionarte con el celular de una forma sana, eso significa tener el control de cuánto y cuándo lo usamos y saber prescindir de él cuando queramos. Parece mentira, pero en ocasiones necesitamos situaciones extremas para valorar la vida. Y es entonces cuando apreciamos lo que teníamos y comprendemos lo absurdo que fue no prestarle cariño y atención cuando lo tuvimos.

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