Artista. Rodrigo Ramírez Pimentel nació en Zináparo, Michoacán, y desde pequeño le interesó el dibujo y la pintura, por lo que en sus inicios recorrió el camino del arte abstracto y posteriormente se encaminó hacia la figuración, periodo que se caracterizó por su colorido.
El Museo Nacional de Arte (Munal), presentan la exposición "Rodrigo Pimentel, transmutaciones", con la que recuerdan al artista plástico fallecido el año pasado.
A un año del sensible deceso del artista michoacano, el Munal y la Colección Andrés Blaisten suman esfuerzos para presentar al público una retrospectiva de la trayectoria plástica de Rodrigo Pimentel.
"Pimentel se convierte en un traductor de todos esos elementos que, culturalmente hablando, nos identifican con la magia, la fiesta, con el poder del carnaval, como ese lugar a donde se resume la vida misma, los sueños, las utopías, nuestros absurdos y también nuestra capacidad de inventarnos la realidad nuevamente", dijo en la inauguración Lucina Jiménez López, la titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).
CREAR ERA COMO RESPIRAR: ANDRÉS BLAISTEN
Por su parte, el coleccionista Andrés Blaisten, quien prestó parte de la obra para la exposición, recordó a Rodrigo Pimentel, con quien estudió en la Academia de San Carlos, describiéndolo como una persona amorosa y amable. Y consideró que para el artista crear era como respirar. "Realmente era un artista en toda la palabra y ustedes lo van a ver en esta exposición. Aquí van a ver los últimos 35 años de su trayectoria".
La muestra está integrada por una selección de 73 piezas de su legado -entre gouaches y óleos-, fruto de sus últimas cuatro décadas de trabajo, la cual propone un recorrido por los temas que cautivaron sus reflexiones artísticas a través de seis núcleos temáticos, "Orígenes", "Autorretratos", "La máscara, carnaval nacional", "La migración" y "El amor y la autoconciencia", y "Bestiario".
En sus obras el color es uno de los protagonistas, inundando todo el espacio del lienzo; cuerpos humanos, de dioses y animales son los elementos principales que completan su visión, ocupando cada posible rincón de la tela y con su enérgica pincelada construye, a partir de lo anterior, un mundo que cautiva la vista del observador.
En su trabajo, además, persiste la dualidad, la violencia y la calma; el dimorfismo del ser oculto bajo máscaras: escenarios donde deidades, hombres, nahuales, bestias y seres mitológicos habitan en recónditos mundos prehispánicos, culturas a las que fue sustancial lo dual, todo aquello que Pimentel captó y plasmó en sus cuadros.
Siempre cercano a su tierra natal, Zináparo, Michoacán, fue una de sus más claras influencias, donde el color y el misterio del que se percató al escuchar los cuentos tradicionales, dieron forma y significado a los habitantes de sus creaciones.
De igual forma, sus viajes y profundo interés por los movimientos y artistas de su época, como Rufino Tamayo, Alfonso Michel, Pedro Coronel o Andy Warhol, le brindaron la vía para tener una visión muy particular y crítica sobre lo nacional, desmenuzado y reconstruido bajo sus propios términos, mundo al que nos adentramos en esta sentida exposición. Con ecos, también, de la resignificación de las cosmogonías prehispánicas que abordaron los maestros del arte comercial en la estética de los calendarios, esta muestra abre sugerentes diálogos para la mirada contemporánea.
