Protección. Ante el fenómeno migratorio, las personas que buscan cruzar hacia Estados Unidos se encomiendan a esta imagen para llegar a salvo a su destino; según testimonios.
Con una peregrinación que congregó a miles de personas en la misa que encabezó el Arzobispo de Durango, dio inicio el ciclo de fiestas y veneraciones en honor al Señor de los Guerreros, una de las imágenes con más historia y misterio del norte de Durango.
La peregrinación convocada por la Arquidiócesis de Durango dio inicio en la comunidad de La Pastoría a las 07:30 horas, para realizar el recorrido de 133 kilómetros hasta llegar al Santuario del Señor de los Guerreros, donde el arzobispo de Durango, Faustino Armendáriz Jiménez, presidió la misa junto con sacerdotes y cerca de dos mil 500 asistentes, provenientes de diversos lugares de la entidad, del país y del extranjero que pereginaron con devoción y fe.
El Señor de los Guerreros se encuentra en la comunidad San José del Tizonazo, en el municipio de Indé, al norte del estado de Durango. Se trata de una imagen de Cristo que tiene más de 300 años, siendo visitada por miles de católicos que acuden para cumplir con alguna manda, luego de haber recibido algún milagro, o para hacerle alguna petición. La visita la realizan los devotos durante un lapso de una semana, pero especialmente el primer viernes del mes de marzo de cada año desde diferentes lugares de la República y Estados Unidos.
La fundación de la Misión de El Tizonazo ocurrió a inicios siglo XVII y una de las crónicas recopiladas por Everardo Gámiz señala que fue un grupo de indígenas que salió a cazar al campo, el que se percató de que de que había un objeto grande apoyado en un mezquite y al acercarse vieron que se trataba de la imagen de un Cristo de madera, convirtiéndose entonces no solo en objeto de peticiones y señalamientos de milagros, sino de testigo de los pasajes históricos más importantes de la región y del país, como la dominación española, las múltiples rebeliones indígenas, la Independencia, la Revolución, la Guerra Cristera y la época moderna.
Reynaldo González, sacerdote de El Tizonazo, elaboró un testimonio que fue firmado por cientos de testigos, incluyendo al Presidente Municipal de Indé y el párroco de Santa María del Oro, el 26 de marzo del año 1958, de que al regresar de una peregrinación por el poblado Indé apreciaron "en la imagen un brillo muy luminoso y gotas de sudor corrían por todo el cuerpo; no creíamos que fuera algo milagroso, por eso lo limpié con una toalla, que quedó humedecida y creyendo que aquello sería suficiente; pero no, no fue así porque no habían pasado ni dos minutos, cuando aquel sudor aumentó y le corría por todo su divino cuerpo, hasta entonces nos dimos cuenta que aquello era algo sobrenatural. El sudor continuó por más de 5 horas y todavía a las 9 de la noche se le veían algunas gotas (sic)".





