A sus 95 años, Don Arturo no deja de leer El Siglo de Durango
Arturo Carreón Soto tiene 95 años, en diciembre cumplirá 96. Es padre de ocho hijos, abuelo de 27 nietos y bisabuelo de 24 bisnietos. Desde hace dos décadas mantiene un hábito inquebrantable: todos los días lee El Siglo de Durango.
“Me gusta mucho leerlo, me siento informado y tengo de qué platicar con mis nietos”, comenta el casi centenario con una sonrisa.
Nació el 18 de diciembre de 1929 en la antigua Hacienda Bolsa de Fierro, en el municipio de Nombre de Dios, colindante con Vicente Guerrero.
Recuerda que, al terminar el cuarto año de primaria, lo sacaron de la escuela para trabajar en el arado y cuidar vacas. Con nostalgia relata cómo nació el poblado Revolución Social, donde transcurrieron su infancia y juventud.
Tras el reparto agrario de 1936, sus padres recibieron tierras, pero en la zona existía un potrero administrado por un extranjero. En 1938, los agricultores lo desalojaron y se asentaron en el lugar, dando origen al poblado.
“Mi papá organizó a los productores y formaron una sociedad. Cada uno tenía su parcela, pero trabajaban en conjunto para producir maíz y frijol. Con lo obtenido pagaron al banco, que les había prestado para comprar maquinaria. Así nació el poblado Revolución Social, que todavía existe”, relató.
Más tarde, Arturo estudió en la Escuela Práctica Agrícola, hoy Normal del Estado, donde sus calificaciones le valieron una beca en Guanajuato y la oportunidad de participar en un programa de colonización en Chiapas. Eligió lo segundo.
En el sur del país le entregaron 50 hectáreas, con las que fundó colonias rurales junto con otros compañeros, experiencia que le permitió vivir seis años en Chiapas. Sin embargo, el amor lo hizo volver a Durango, donde se casó. Para salir adelante trabajó como bracero en Estados Unidos.
Tiempo después vendió sus tierras en Chiapas y se estableció definitivamente en la ciudad de Durango. En 1960 se convirtió en maestro, oficio que ejerció hasta su jubilación en 1992.
Hoy, sus hijos, nietos y bisnietos lo reconocen por su disciplina: leer El Siglo de Durango cada mañana. El viernes 26 de septiembre visitó las instalaciones del periódico, acompañado únicamente de su inseparable bastón.
Aunque su familia lo regaña por salir solo a caminar, asegura que no dejará tres hábitos que lo mantienen fuerte: leer el periódico, caminar y bañarse con agua helada.
“Eso es lo que me sigue manteniendo de pie”, afirma convencido.