ATENCIÓN (parte 1 de 2)
"Yo soy mi atención. Todo lo demás nos es dado, no es nuestro". - Iain McGilchrist
Escribo este artículo. Al mismo tiempo, cada cinco o diez minutos levanto el celular para abrir la aplicación del WhatsApp, quité las notificaciones de esa app y, aun así, entro para saber si alguien me escribió; me es más fácil dejar de lado el celular cuando leo que cuando escribo. Me pesa porque sé que cuando llega una distracción el cerebro tarda alrededor de veinte minutos en volver a concentrarse.
Soy un soldado caído a veces porque, como tú, vivo en medio de la guerra por la atención. Los gobiernos, los medios de comunicación, corporaciones, empresas de redes sociales, de videojuegos, creadores de apps y tantos otros más quieren tener nuestra atención a través de estrategias sofisticadas. Es una guerra paradójicamente silenciosa, constante y muy redituable para quienes la ganan. Todos compiten por mantenerte cautivo, no para servirte, sino para monetizar cada segundo de tu atención.
Entiendo que pueda leerse exagerado, porque antes los desafíos eran frontales y con otras dinámicas, pero no soy el único en considerar que hay una lucha por la libertad en estos momentos y al parecer pocas personas son conscientes de ello, la batalla se ha afinado, ya no son aquellos choques épicos, ahora la tecnología de uso cotidiano es la principal herramienta, y ésta no se diseña para resonar con tus metas más profundas, sino que son creadas según los intereses de quienes distraen nuestra atención. Dice James Williams en su libro "Clics contra la humanidad": "La liberación de la atención humana podría ser la lucha ética y política decisiva de nuestro tiempo. Su éxito es requisito previo de cualquier otra lucha que quepa imaginar".
Lo vivo en lo personal y lo vivo desde hace algún tiempo con mis hijos, ellos ven a casi todos los adultos, a adolescentes y a veces hasta a otros niños con teléfonos inteligentes o con tablets, y quieren tener una de esas pantallas; pienso aguantar hasta sus dieciséis años para que tengan teléfono personal, por otro lado, desde hace algunos meses han ido interesándose por los videojuegos. Tampoco tienen consola personal, les presto la mía que ya está algo pasada de moda, y aun así ha sido complicado regular juntos el tiempo que pasan en la consola. En mi adolescencia pasaba tiempo en los videojuegos, pero era diferente, había opciones para no estar pegado a los controles, principalmente salir a la calle a jugar con amigos, algo que ahora es raro de ver en las calles; también los videojuegos no daban para mucho porque tenían fin al pasar los niveles o al aburrirse por no tener a un lado a otra persona con quien jugar. Ahora los videojuegos son en línea y puedes jugar con cualquier persona en cualquier parte del mundo y en cualquier momento; los mundos en los juegos son amplios para explorar y parece que no tienen fin, los diseñadores de los videojuegos trabajan para retener a la persona el mayor tiempo posible pegado al control. Ese poder de estar conectado en cualquier momento, ya sea a las redes sociales o a los videojuegos, no tiene límite. Ante ello diría Rousseau "el impulso del mero apetito es esclavitud".
La psicología y la economía que estudia la conducta lleva años trabajando y ahora, quizá más que nunca, explotando y aplicando los conocimientos adquiridos sobre como tomamos decisiones, porque en la economía de la atención, el producto es el usuario. Repito, el producto es el usuario. Para algunos, vivimos en la era de la información, para otros, vivimos en la era de la atención. Información y atención es lo que obtienen de ti a cada momento que estás conectado: saben qué videos ves, lo que escribes en redes sociales o en los buscadores, incluso aunque lo nieguen las grandes corporaciones, escuchan lo que dices cuando estás cerca de tu teléfono, aunque esté bloqueado. Las empresas compran y venden esta información con fines comerciales y políticos. Por lo anterior, James Williams escribe en su libro ya citado: "Para hacer cualquier cosa que valga la pena, hay que ser capaz de prestar atención a las cosas que importan. No es tarea fácil, no lo ha sido nunca, pero de un tiempo a esta parte se ha vuelto aún más complicado", por ello, es un acto radical y revolucionario en estos tiempos elegir a qué le prestamos atención.
Continuaremos en 15 días con este interesante artículo. Los esperamos.