Benigno Montoya y los susurros del Panteón de Oriente
La cantera rosa duranguense en las manos de Montoya adquiere una inconfundible belleza.
Desde hace algunos años a la fecha, en Durango han promovido el interés por admirar las esculturas fúnebres que acompañan las tumbas del Panteón de Oriente.
El Ayuntamiento, a través de su oficina de Turismo, tiene paseos nocturnos con un guía especializado que explica las obras escultóricas que en el cementerio se pueden admirar.
Lo promueven como el Museo de Arte Funerario, pero es ir al panteón a contemplar los trabajos de cantera que los deudos dedicaron a sus seres queridos.
Benigno Montoya, a finales del siglo XIX y principios del XX, era por excelencia el artista a quién se le encomendaba la tarea máxima, el capítulo final de la vida del difunto: su tumba.
Es así que los deudos relataban a Don Benigno detalles significativos de la vida de su familiar fallecido.
Por eso, cuando te internas en los senderos de piedra y maleza del camposanto, podrás admirar, bellos ángeles, guirnaldas de flores, coronas de piedra rosa que resisten la inclemencia del tiempo y el viento, manos cruzadas rezando, flores que coronan la frente de un ángel que reza mirando al cielo, hay ojos que imploran la esperanza en una vida eterna. Las piedras hablan y nos conmueven con su mensaje doloroso, triste, de consuelo, de profunda resignación y ardiente dolor.
Benigno Montoya, según lo que informan sus biógrafos, es oriundo de Zacatecas y nació en 1865. Siendo muy joven llega a Durango.
El oficio de labrar cantera lo empezó como aprendiz de su padre Jesús Montoya y su tío Matías, ambos maestros canteros. Siendo niño tuvo que abandonar la escuela para apoyar la economía familiar y así fue como labró su inigualable talento.
Su fama, su destreza con el cincel y el mazo, le ganaron la confianza del segundo arzobispo de Durango, Don Santiago Zubiría y Manzanera, quién le encomendó los acabados del Palacio Arzobispal y la capilla.
Con el paso del tiempo, allá en el lejano 1897, logró obtener encargos más significativos, tales como el Templo de Nuestra Señora de los Ángeles, por encargo de la señora Angela Flores. También el Porfiriato llegó con su boato y su esplendor, y Montoya se encargó de la ornamentación del bellísimo Teatro Ricardo Castro y de la Penitenciaría y otras capillas en Durango.
La revolución mexicana arrancó de cuajo la estabilidad económica y se fueron muchos capitales y extranjeros huyeron de México; la falta de trabajo fue el motivo que lo llevó a dedicarse a la arquitectura funeraria, con sus cruces adornadas con flores, con sus almas, sus ángeles dolientes que nos hablan desde la soledad del camposanto.
El encargado del Panteón de Oriente me permite pasar, aunque yo haya llegado tarde son las 7 de la noche y las puertas están cerradas. Le digo, vengo desde muy lejos y quisiera visitar el panteón. El taxista me espera afuera.
-Permítame, voy a preguntar al guía.
La entrada es gratis, ya que es un Panteón Municipal. Hay un guía, que me permite pasar.
Me acompañan mi padre y mi hija. Yo calzo los huaraches que me compré en el mercado de Mazatlán.
- Caminen solamente por los senderos de piedra. No se salgan de ahí- nos advierte el guía.
- ¿Por?- pregunta mi padre.
- Aquí en el panteón viven alimañas de cinco y seis patas.
- ¿Alacranes?- pregunto yo.
-Todo tipo de alimañas- contesta secamente el guía.
-Hay también hundimientos, por eso caminen por los senderos de piedra- reiteró el guía.
Caminamos, solo nos permitieron estar ahí cuarenta minutos, caminamos por esos senderos hundidos con socavones profundos, peligrosos, aquí hasta los vivos deberían de temer por su vida; unas reparaciones a estos caminos le vendrían bien al panteón, pensé yo, mientras nos internábamos cada vez más en las profundidades del sagrado suelo.
El reloj del celular hacía tic toc, unos perros de ahí mismo nos acompañaban, pero al doblar una de las esquinas, se alejaron y los perdimos de vista, ahí ya no había flores, nadie había visitado esas tumbas que Montoya esculpió hace una centuria.
Después llegará el atardecer, el crepúsculo y el viento nos traerá susurros, que vendrán de las piedras labradas y otros de las profundidades de la tierra.
Para más información, les recomiendo visitar la página web: https://museodeartefunerariodurango.com/
