Cuando la persona que te gusta es material radioactivo (y tú sin traje antiradiación)
Hay gente que entra a tu vida como una brisa adorable y fresca... y luego está esa persona: el equivalente emocional de Chernóbil, con ojitos bonitos.
Convivir con un Chernóbil resulta terriblemente peligroso, pues están contaminados con isótopos radiactivos, literal... Son ese tipo de seres humanos con los que salir, enamorarte o incluso simplemente convivir es como acercarte a un reactor nuclear sin traje de protección.
A simple vista pueden parecer fascinantes: intensos, carismáticos, misteriosos, hasta radiantes. Pero ¡ay! cuando te acercas demasiado... te empieza a dar colitis y gastritis, se te derriten los límites, y terminas en estado de emergencia emocional.
Lo ves, te sonríe, y ya estás contaminado. Tu sentido común empieza a derretirse como queso en microondas. Sabes que no deberías, tus amigas te lo dicen, tu terapeuta te lo insinúa, incluso tu perro ladra con un tono de advertencia cuando lo mencionas... ¡pero tú ahí vas! Directo al peligro, te echas al abismo sin paracaídas.
Sales con él y todo parece bien. Hasta que te das cuenta de que estás perdiendo tu sentido común, tu intuición y tu dignidad, tus límites están mutando, y tus expectativas de pareja ahora incluyen cosas como "que no me deje en visto" o "que esta vez sí me diga la verdad"¡pils!
Te empiezan a desintegrar, te calientan el corazón, después te funden los circuitos y terminas más confundida que un mapa sin norte.
No son necesariamente malas personas, algunos brillan intensamente... pero por fugas nucleares, no por energía saludable. A veces están tan llenos de conflictos no resueltos, traumas, heridas y radiación emocional, que cualquier vínculo se convierte en terreno contaminado.
Estos romances te atrapan, pero no por lo mágico, sino por la toxicidad, como un gato: aparece cuando menos lo esperas, se mete en tu cama y aunque intentes ignorarlo, te termina arañando el corazón. Y lo peor: sigues creyendo que quizá lo puedes arreglar con amor, ¡caramba! como si el amor fuera plomo reforzado y no una plantita delicada.
Activa tu detector emocional en modo alerta máxima y entiéndelo: no puedes abrazar una planta nuclear y salir ilesa. ¿La solución? Amor con traje anti-radiación. O mejor aún: amar desde lejos, como se admira una tormenta eléctrica desde la ventana, recuerda: tú no eres una heroína trágica, eres una mujer que merece estar con alguien que no le provoque mutaciones internas.
Y cuando logres salir (porque lo harás), lo mirarás a la distancia, con tu alma desintoxicada, y dirás: "Caray... estuve a punto de fundirme por un bomboncito radiactivo con trauma de abandono".