De la vida literaria de Malva Flores
Acepté de buen agrado, a invitación de mi amigo Edgar Córdova -promotor de la lectura y admirador de Octavio Paz como el que más-, leer y comentar el "Manual para críticos literarios en emergencia" (Universidad Veracruzana-El Equilibrista, 2024) porque su autora, Malva Flores, no me es del todo desconocida. Tengo dos libros de ella, el dedicado a la revista "Vuelta" y el que aborda la relación amistosa, y al final bajo la sombra del eclipse, de los renombrados escritores Octavio Paz y Carlos Fuentes. Confieso que no obstante su atractivo narrativo, he leído solamente algunos capítulos de estas obras, lo que mantiene viva la promesa de más ratos de provecho. También escuché de viva voz a esta ensayista cada vez más reconocida, gracias a los premios bien merecidos que ha recibido, en el homenaje luctuoso -el veinte- a nuestro Premio Nobel en El Colegio Nacional, donde todavía pude oír asimismo a Mario Lavista, el extraordinario músico poco después fallecido.
Pasé entonces al Hotel Casablanca por el libro el pasado miércoles a mediodía («era miércoles», dice un personaje de "Cien años de soledad" entre los laberintos del sueño) y me disponía a vérmelas con un estudio más bien técnico, según el título anunciado, como suelen hacer de pronto algunos escritores sobre las formas aprendidas de su trabajo diario, presentándonos un sumario práctico -casi siempre desanimado- acerca, digo, de lo que se debe hacer en las letras, en este caso desde su revisión profesional. Otro infumable recetario, pensé. Pero las cosas por fortuna resultaron muy diferentes.
La obra en cuestión ("en cuestión", ¿por qué nos persiguen sin descanso esos automatismos tan impertinentes?) es ante todo la reseña de parte de una vida literaria, casi una novela ilustrada, del género de la "non fiction", si se quiere, por las vivencias contadas por la autora -alusiones a su padre, hija, maestros, amigos, canciones preferidas...-, a partir de la anécdota central de la mudanza de casa. A través de una prosa a veces conmovedora, frecuentemente festiva y siempre promovida por la voluntad creativa, recorremos parte de una existencia dedicada a la cultura del libro y algunos de sus personajes representativos: de García Márquez a Salvador Elizondo, de Alfonso Reyes a Alejandro Rossi, sin faltar evidentemente el autor de "Piedra de sol", presente incluso en ciertas resonancias expresivas de la autora. Una narrativa que nos va llevando, sin perder la ruta trazada, al meollo del asunto: acercarnos al placer de la lectura, al recuento de no pocas de las formas en que se publican textos en nuestros días, y con el acento puesto -cabe subrayarlo- en la vigencia o no de la crítica literaria, como la conocimos apenas unos años atrás.
Con el fantasma de Tito Monterroso flotando en el ambiente ("Cómo me deshice de quinientos libros"), se trata entonces de descartar, en principio, algunas de las obras que la han acompañado, emergencia por el cambio de domicilio, como ha quedado dicho. Y es que, de acuerdo, en toda selección de obras ya va claramente implícito el ejercicio del criterio, como lo llamaba Benedetti. Algo es algo, sin embargo la labor comprometida de esta tarea pide mucho más, como se observará al recorrer este centenar y medio de páginas.
Debo decir, por lo tanto, que me parece muy eficaz la estrategia de esta obra al ofrecernos no pocos acercamientos al repaso cotidiano de libros y autores, al mismo tiempo que nos muestra una serie de reflexiones desprendidas de las propias experiencias de lectura.
Son, en suma, varios aspectos del libro y de sus influencias los que se abordan en esta obra. La presencia del internet, sin más ni más, ligado al tema, evidentemente. Hemos pasado de nuestros archivos de recortes y fotocopias a las versiones digitales más modernas. Somos la generación de la convivencia de los soportes informativos. Y habrá que seguir adaptándonos. Se ganará mucho y se perderá algo. Malva Flores nos advierte además sobre su crítica al lenguaje de la academia, las funciones de la traducción, la discutible noción de plagio ("Todo es plagio", diría José Emilio Pacheco), el lugar de la poesía en la actualidad, la gradual desaparición del ensayo literario, los libros perdidos y encontrados... Se incluye igualmente el emotivo discurso de la autora al recibir el Premio Internacional Alfonso Reyes 2022 que, apunto aquí de paso, le hubiera quedado mejor si se hubiera ahorrado un par de citas en una disertación más o menos breve.
Es evidente que un buen libro llama a la vida, a ocupaciones y preocupaciones. También quizás, junto a las reflexiones, a los proyectos de trabajo. Y el "Manual" de Malva Flores es uno de esos títulos que justifican, ya avanzadito el nuevo siglo, las notas y horas de lectura sobre un asunto literario que debería importarnos más.