Editoriales

 
OPINIÓN

El hartazgo del spot

Pulso electoral.

El hartazgo del spot

OMAR ORTEGA SORIA 15 nov 2025 - 07:57

Uno de los recuerdos más remotos que tengo de los partidos políticos es que, cuando era niño y estaba viendo alguna caricatura, la programación era interrumpida por un programa especial donde los partidos abordaban su ideología; como niño, lo que hacía era apagar la televisión y buscar otra forma de divertirme.

En aquel entonces, ese era el tiempo oficial de los partidos políticos, un bloque obligatorio en la televisión mexicana. Hoy sigue existiendo, pero transformado en spots de 30 segundos regulados por el INE, que se transmiten durante todo el día. Este cambio se hizo para democratizar el acceso a medios, evitar desigualdades entre partidos, mejorar la eficacia de la comunicación política y reducir la molestia de los bloques largos. Sin embargo, este modelo nacido para buscar la equidad se ha convertido en la definición perfecta del hartazgo ciudadano. Esta semana, la presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto el tema sobre la mesa y ha cuestionado directamente "la repetición de mensajes, por muchas ocasiones" y lo que esto significa "para los propios medios, para la audiencia, para los electores". En esencia, la Presidenta ha verbalizado lo que todos pensamos: el modelo está roto.

El actual modelo de comunicación política se siente anacrónico en la era de Netflix y TikTok. Fue diseñado para un México donde la televisión y la radio eran los reyes absolutos. Su objetivo original era noble: dar acceso a todos los partidos, grandes y pequeños, a los tiempos oficiales del Estado para evitar que el dinero definiera quién tenía voz, recordando que antes sí era posible que los partidos compraran tiempo adicional en la radio y televisión. El resultado, sin embargo, fue la "spotiza". Una saturación que genera ruido, no diálogo. Los partidos, en lugar de explicar plataformas, se ven forzados a crear jingles pegajosos o ataques de 30 segundos, lo que indudablemente no abona al debate razonado e informado.

Por si esto fuera poco, la audiencia, especialmente la más joven, ya no está ahí. El debate político real se ha mudado a las redes sociales, a los podcasts y a los servicios de streaming, dejando al modelo oficial como un costoso y ruidoso fantasma. Por lo que una excelente propuesta rumbo a una reforma electoral es transformar este modelo. El problema es el cómo.

Si vemos a otras latitudes, en Estados Unidos, la compra libre de espacios convierte la publicidad electoral en un mercado dominado por el financiamiento, mientras que en Brasil se combinan bloques largos de propaganda gratuita con spots breves. En Europa, en cambio, prevalece un enfoque más programático: Francia y Reino Unido otorgan tiempos gratuitos en medios públicos, pero privilegian debates y mensajes extensos, mientras Alemania limita la publicidad a formatos breves bajo estricta regulación.

La comparación revela que, mientras México y Estados Unidos han reducido la política televisiva a la lógica publicitaria del spot, Europa busca equilibrar la exposición ideológica con la equidad democrática. Por lo pronto, la Presidenta ha abierto la puerta. Lo que cruce por ella definirá la salud de nuestra comunicación democrática en los próximos años. El modelo actual está agotado; asegurémonos de que su reemplazo no sea simplemente un spot más largo.

X @omarortegasoria

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales