Falsos dilemas
La discusión pública en México se ha sesgado hacia un callejón sin salida. Para unos la transición a la democracia terminó con la aprobación de la reciente pila de leyes, aprobadas al vapor y sin análisis serio de sus implicaciones. Para otros, especialmente para la presidenta, todo es mero ruido, una tormenta en un vaso de agua. Lamentablemente, ambos tienen algo de razón, en buena medida porque no ven lo mismo ni comparten términos e historias similares. Como argumentó Popper, ese defensor radical de la libertad individual, "El supuesto conflicto entre libertades y seguridad... resulta ser una quimera. Porque no hay libertad si no está garantizada por el Estado; y, a la inversa, solo un Estado controlado por los ciudadanos libres puede ofrecerles una seguridad razonable".
El verdadero dilema radica en la frase del poeta romano Juvenal: "Quis custodiet ipsos custodes?". Quién supervisa a los encargados de la seguridad. Para la ciudadanía la respuesta no es clara en el México de hoy, razón por la cual la discusión se centra en los extinguidos contrapesos y la debilidad de las instituciones. Por el contrario, para el gobierno la respuesta es obvia y sencilla: ellos, los perseguidos de siempre, son los garantes de los derechos ciudadanos.