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Festival de Monólogos

Festival de Monólogos en Durango cierra emotivamente con 'Nosotras no podemos nadar'

La obra dejó al público conmovido al relatar la vida de Elena, una mujer marcada por el machismo.

Festival de Monólogos en Durango cierra emotivamente con 'Nosotras no podemos nadar'

DANIELA ALMAGUER 4 jul 2025 - 15:07

Con una historia tan cruda como conmovedora, el monólogo “Nosotras no podemos nadar” se presentó en el Teatro Victoria para clausurar la edición número 20 del Festival de Monólogos “Teatro a una sola voz”. La obra, escrita y actuada por Camila Palomec Ramírez y dirigida por Freddy Palomec, dejó al público conmovido al relatar la vida de Elena, una mujer marcada por el machismo, los usos y costumbres, y la negación sistemática del derecho a decidir.

UNA VIDA ENTRE SILENCIOS Y RESISTENCIA

Elena, la protagonista de esta puesta en escena, nació en Colatlán, Veracruz, en una familia donde a las mujeres se les enseñó a obedecer y a no cruzar el agua, literalmente. A los 11 años fue vendida a Severo, un hombre de 25, con quien se vio obligada a casarse. A los 13, fue madre de un niño que murió ahogado frente a ella. Elena no pudo salvarlo: nunca le enseñaron a nadar, pues le dijeron que nadar era cosa de hombres. Su esposo la repudió, su hija vivió el mismo destino, y fue hasta los 72 años, luego de abandonar su ranchería y llegar a la ciudad, que Elena tomó por fin una decisión propia: aprender a nadar.

Con una interpretación contenida, física y precisa, Camila Palomec se apoderó del escenario en blanco, sin más recursos que su cuerpo y su voz.

Durante los 70 minutos que dura la obra, es capaz de representar a todos los personajes, los espacios, los años que pasan. Con movimientos y una mirada expresiva, construye un universo interior donde cada silencio dice más que las palabras.

LO PERSONAL Y LO COLECTIVO

La historia de Elena no surgió de la nada. En entrevista, la autora reveló que todo comenzó con una pregunta: “¿Por qué mi abuela, que creció junto a un arroyo, nunca aprendió a nadar?”.

Y es que precisamente, Camila creció entre Jalapa y la Huasteca veracruzana, criada por sus abuelos. Mientras escribía otra obra se dio cuenta de que sus recuerdos felices estaban llenos de agua, de juegos y libertad. Pero su abuela siempre estaba fuera del río. Esa ausencia fue el germen de “Nosotras no podemos nadar”.

“El personaje es Elena, pero también soy yo, también es mi abuela, también es muchas mujeres”, explicó la actriz en un charla tras concluir la obra. Y aunque la historia tiene elementos ficcionales, nace de experiencias reales.

“Siempre decimos que es real, pero no sabemos si es verdadera. Como cuando ves una pintura que te conmueve, sin importar si es la original o una copia. Lo importante es lo que te hace sentir”, dijo.

La obra no solo aborda el machismo, el matrimonio infantil o la violencia estructural en las rancherías; también habla de esperanza. “Quise contar que incluso a los 72 años una mujer puede cambiar su historia, tomar una decisión por sí misma, hacer algo que siempre le dijeron que no podía. Para mí, eso es lo más importante, que se puede”.

UN CIERRE PODEROSO PARA UN FESTIVAL

“Nosotras no podemos nadar” cerró con fuerza el Festival de Monólogos, un espacio que desde hace dos décadas impulsa el teatro unipersonal como una forma íntima y directa de conectar con el público.

La obra continuará su gira por el país, con presentaciones el 5 de julio en Zacatecas, el 7 en Ramos Arizpe (Coahuila), el 9 en Nuevo Laredo, el 11 en Cancún y el 13 en Campeche.

Mientras tanto, en Durango quedó flotando la imagen de una mujer que, a pesar de haber vivido atada a normas injustas, se lanza, aunque sea al final, al agua. Porque nunca es tarde para aprender a nadar.

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