¿Garganta irritada? El aire seco y otros factores que podrían ser culpables
Muchas personas se han despertado últimamente con un dolor de garganta que no parece tener explicación médica convencional: no hay fiebre, no hay tos ni otras señales típicas de infección, pero la irritación está ahí.
Según Ecoosfera, este malestar podría deberse no a un virus, sino al ambiente que nos rodea, un aire excesivamente seco, variaciones climáticas bruscas y altos niveles de contaminación.
Y es que durante el otoño, muchas ciudades experimentan una caída significativa en la humedad ambiente, a veces tan baja como entre el 10 y el 20 por ciento.
Esta resequedad provoca que las mucosas de la garganta pierdan hidratación, lo cual genera una irritación similar a la abrasión. Si se descansa por la noche con la boca abierta o se ronca, el flujo de aire seco empeora la molestia.
Por ello, es necesario entender que no siempre se trata de la falta de vitaminas o la mala alimentación, sino de estos factores externos que están provocando esta molestia.
Contaminación: un factor irritante silencioso
No solo la sequedad es responsable, la calidad del aire también juega un papel fundamental. En días de contaminación, partículas como PM2.5 y ozono pueden inflamar la garganta sin que haya una infección viral involucrada.
Las ciudades que superan los límites recomendables de contaminantes, como muchas lo hacen, están predisponiendo a sus habitantes a este tipo de microinflamaciones.
Otros detonantes ambientales
Además del polvo y los cambios de clima, otros factores pueden aumentar la irritación, como el uso de calefacción, que reseca aún más el aire; el abuso de la voz tras hablar en exceso, cantar o gritar; o simplemente descansar en espacios que no cuentan con suficiente ventilación.
¿Cuándo debemos preocuparnos?
Estos dolores de garganta por factores ambientales suelen desaparecer en aproximadamente 24 horas. No suelen venir acompañados de fiebre, placas en la garganta o inflamación visiblemente grave.
Eso sí, si el dolor es intenso, se prolonga, o aparecen otros síntomas clínicos, como fiebre alta o ganglios inflamados, podría tratarse de una infección bacteriana, como la faringitis estreptocócica.
Recomendaciones para proteger la garganta
Para reducir esta irritación ambiental, se sugiere aumentar la humedad del entorno con humidificadores o simplemente dejando un recipiente con agua; beber líquidos con frecuencia; evitar respirar por la boca mientras se duerme; limitar el uso de calefacción cuando sea posible; y dar reposo a la voz. Además, conviene evitar espacios con mucho smog y tratar de ventilar las habitaciones para que el aire sea menos agresivo.
En definitiva, este dolor de garganta que “aparece de la nada” puede no ser una enfermedad, sino una reacción natural del cuerpo a un entorno cada vez más agresivo, un recordatorio de que el mundo que respiramos influye constantemente en nuestra salud.