Halloween 2025: ¿por qué nos gusta asustarnos?, aunque juremos que no
Seamos honestos: nadie disfruta que le salten desde un clóset a las tres de la mañana… pero paga por entrar a una casa del terror donde eso pasa. Y no, no es porque seamos masoquistas (bueno, no todos). Es porque el miedo, en pequeñas dosis, activa lo mismo que una montaña rusa: adrenalina pura, pero con la seguridad de que al final no moriremos (probablemente).
Durante Halloween, esa línea entre susto y diversión se vuelve difusa, y ahí entra la ciencia. Según psicólogos, cuando nos enfrentamos a algo aterrador en un ambiente controlado, el cerebro activa la respuesta de “huir o pelear”, liberando adrenalina, dopamina y endorfinas. Traducido: el cuerpo cree que estamos en peligro, pero al sobrevivir, nos sentimos invencibles. Es literalmente una mini-victoria biológica envuelta en sangre falsa y luces estroboscópicas.
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Del cine al algoritmo: la fábrica del miedo moderno
La fascinación no nació sola: Hollywood ayudó.
Desde los monstruos en blanco y negro de los años 30, Drácula, Frankenstein, La Momia, hasta los slashers de los 80's que nos enseñaron que nunca hay que decir “ya regreso”, el entretenimiento convirtió al miedo en espectáculo.
En televisión, La Dimensión Desconocida nos hizo sospechar de los vecinos; El Exorcista convirtió al cine en misa del terror, y hoy, las plataformas de streaming programan sustos a la carta.
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Cada generación ha tenido su propio “susto icónico”: los 90 con Scream, los 2000 con El Aro, y ahora, los sustos digitales de la IA que ni los filtros pueden suavizar.
El miedo se volvió tendencia. Ya no solo queremos sobrevivir a él, sino compartirlo, analizarlo y hacerlo viral.
El placer de tener miedo (pero con límites)
En 2025, el miedo ya no solo viene en forma de películas o casas embrujadas. Los gamers buscan juegos cada vez más intensos, los streamers hacen retos paranormales, y hasta la inteligencia artificial ya crea escenas tan perturbadoras que ni el algoritmo las recomienda.
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Todo apunta a lo mismo: nos gusta “asustarnos tantito” porque nos hace sentir vivos, nos saca del automático. Pero ojo, no todos disfrutan del susto. Quienes tienen niveles más altos de ansiedad o hipersensibilidad pueden experimentar una sobrecarga emocional. En resumen: si salir corriendo del cine en plena película de terror es tu cardio de Halloween, también cuenta.
El miedo, bien dosificado, funciona como un recordatorio de que estamos aquí, respirando, sintiendo.Quizá no nos gusta tanto el miedo como la excusa para disfrazarnos, comer dulces y fingir que todo lo terrible está en la pantalla.
Porque, seamos sinceros: los fantasmas dan menos miedo que revisar el saldo del banco el 1 de noviembre.