Visión. Proveniente de la colección de la historiadora Blanca Rojas, esta selección de imágenes revela la manera en que la sociedad mexicana entiende la muerte.
La exposición Post Mortem abre una ventana al pasado para redescubrir una tradición que unió arte, duelo y espiritualidad en el México de los siglos XIX y XX.
La muestra reúne una serie de retratos que dan testimonio de una práctica profundamente arraigada en la sensibilidad de la época: la fotografía post mortem, un ritual visual en el que las familias encontraban consuelo al capturar la última imagen de sus seres queridos.
Proveniente de la colección de la historiadora Blanca Rojas, esta selección de imágenes revela la manera en que la sociedad mexicana entendía la muerte no como un final, sino como una continuidad.
Los retratos, instalados en la Unidad Administrativa "Gral. Guadalupe Victoria", conmueven por su serenidad y su carga emocional, niños dormidos eternamente, madres que posan junto a sus hijos fallecidos, miradas que parecen aún habitar el mundo.
ENTRE LA VIDA Y MUERTE
Más que documentos históricos, estas fotografías son huellas de una sensibilidad colectiva, de un México que integraba la muerte a la vida cotidiana y encontraba en el acto de retratar a los difuntos una forma de permanencia, de ternura y de fe.
En tiempos en que el retrato era un lujo, la muerte se convertía también en un motivo para preservar la memoria.
Esta exposición es un espacio de reflexión sobre la identidad y el vínculo entre el arte y la espiritualidad.
A través de estas imágenes, se invita al público a mirar el pasado con respeto y empatía, reconociendo en cada rostro una historia de amor que trasciende la ausencia.
"Post Mortem" permanecerá abierta al público durante las celebraciones de Día de Muertos.