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Infancia olvidada, entre cifras y carencias

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Infancia olvidada, entre cifras y carencias

VÍCTOR MONTENEGRO 2 may 2025 - 04:03

Cada día 30 de abril, México celebra a niñas y el niños, una fecha que busca reconocer los derechos, alegrías y esperanzas que representan las infancias para el país. Sin embargo, más allá de festejos y globos de colores, los datos más recientes del INEGI obligan a mirar con seriedad una realidad que muchas veces preferimos ignorar, como las consecuencias para los menores en contextos familiares fragmentados.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en su último levantamiento, da cuenta de millones de niñas y niños en el país que crecen en esta compleja e inevitable situación para ellas y ellos, la que además propicia rezagos educativos que podrían marcar el futuro de las infancias para siempre.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2023, en México viven más de 36 millones de niñas y niños menores de 18 años, lo que equivale al 28 por ciento de la población total. De ese universo, solo el 63.2 por ciento reside con ambos padres. El resto -casi 13.3 millones de menores- vive solo con la madre, con el padre o sin ninguno de los dos.

El anterior dato, que a simple vista y dada la normalización que la sociedad mexicana ha construido en torno a la rasgadura del tejido social, podría parecernos una simple estadística familiar; no obstante, cobra una dimensión más profunda cuando se analiza en relación con la educación de las niñas y los niños.

Y es que la inasistencia escolar es notablemente más alta entre los menores que no viven con sus padres: el 24.9 por ciento de las niñas y el 19.9 por ciento de los niños en esta situación no asisten a la escuela. Esta diferencia no solo subraya una desigualdad estructural, sino que también revela cómo el entorno familiar puede ser un factor determinante en el desarrollo educativo y emocional de las infancias.

La cobertura educativa general tampoco es perfecta: aunque el 87.1% de las niñas y el 85.1% de los niños de 3 a 17 años asisten a la escuela, queda un porcentaje importante fuera del sistema educativo. A esto se suman otros desafíos, como el acceso a servicios de salud (solo el 58.4% de las niñas y el 57.9% de los niños cuentan con derechohabiencia) y la atención a niñas y niños con discapacidad o limitaciones, que representan alrededor del 7.1 por ciento de la población infantil.

Es evidente que la protección integral de la niñez en México sigue siendo una deuda pendiente. Celebrar su día no puede reducirse a un acto simbólico o superficial. Es urgente generar políticas públicas efectivas que consideren no solo el acceso a la educación y la salud, sino también el acompañamiento emocional, la estabilidad familiar y la equidad de oportunidades para niñas y niños en situación de vulnerabilidad.

Las infancias no pueden seguir siendo una agenda secundaria, mucho menos una efeméride decorativa. Cada niña y niño que no asiste a la escuela o que crece sin el apoyo mínimo necesario representa una deuda social que tarde o temprano cobrará factura. Es momento de asumir con seriedad lo que significa proteger los derechos de la niñez no con discursos, sino con acciones que vayan mucho más allá de un solo día al año.

EN LA BALANZA.- Lejos de celebraciones vacías en torno al pasado Día del Trabajo, es apremiante reconocer la deuda pendiente con millones de trabajadores mexicanos que sobreviven en este país bajo condiciones precarias, atrapados en la informalidad y excluidos de derechos básicos como la seguridad social, un salario digno y estabilidad laboral. Mientras el discurso oficial habla de avances, la realidad exige políticas públicas que enfrenten con seriedad la desigualdad estructural del mercado laboral en México.

X: @Vic_Montenegro

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