Muere Brigitte Bardot, ícono del cine francés en el siglo XX
Brigitte Bardot, actriz francesa y uno de los símbolos sexuales más influyentes del siglo XX, falleció a los 91 años en su residencia del sur de Francia. Su muerte marca el cierre de una era en la historia del cine europeo y de la cultura popular, donde su imagen trascendió la pantalla para convertirse en un emblema de libertad, sensualidad y ruptura de normas sociales.
Nacida en París en 1934, Bardot inició su carrera artística como bailarina y modelo antes de incursionar en el cine a principios de la década de 1950. Sus primeras apariciones se dieron en producciones francesas como “Le Trou Normand” (“Un normando en París”), donde comenzó a destacar por su fotogenia y una presencia escénica que rápidamente llamó la atención de productores y directores.
EL ASCENSO DE UN SÍMBOLO SEXUAL GLOBAL
El verdadero punto de quiebre en su carrera llegó con “Et Dieu… créa la femme” (“Y Dios creó a la mujer”), estrenada en 1956 y dirigida por Roger Vadim. La película provocó escándalo y fascinación a partes iguales, al presentar una imagen femenina libre, sensual y desafiante para los códigos morales de la época. Bardot se convirtió así en un fenómeno internacional y en un nuevo arquetipo de la sexualidad en el cine.
Durante las décadas de los años cincuenta y sesenta, la actriz participó en más de cuarenta películas, consolidando una carrera que combinó el cine comercial con propuestas de mayor peso artístico. Entre sus títulos más representativos se encuentran “La Vérité” (“La verdad”), “Viva Maria!” (“¡Viva María!”) y “Le Mépris” (“El desprecio”), esta última dirigida por Jean-Luc Godard, considerada una de las obras clave del cine moderno europeo.
Su influencia trascendió la industria cinematográfica. Bardot impactó de forma directa en la moda, el comportamiento social y la cultura popular, popularizando el bikini, el estilo desenfadado y el llamado “escote Bardot”, al tiempo que encarnaba una nueva idea de feminidad autónoma y provocadora.
EL ADIÓS AL CINE Y LA RUPTURA CON LA FAMA
En 1973, con apenas 39 años, Bardot decidió retirarse definitivamente de la actuación tras protagonizar “L’Histoire très bonne et très joyeuse de Colinot trousse-chemise” (“La muy buena y muy alegre historia de Colinot”). El desgaste emocional provocado por la presión mediática y el acoso constante de la prensa fueron factores determinantes para abandonar una carrera que, paradójicamente, se encontraba en pleno reconocimiento.
Este retiro no significó un silencio absoluto, sino una transformación radical de su figura pública. Lejos de los reflectores, Bardot comenzó a concentrar su energía en una causa que marcaría el resto de su vida.
DE ÍCONO CINEMATOGRÁFICO A ACTIVISTA
A partir de la década de 1970, Bardot se volcó de lleno a la defensa de los derechos de los animales. En 1986 fundó la “Brigitte Bardot Foundation for the Welfare and Protection of Animals”, desde la cual impulsó campañas internacionales contra la caza de focas, el maltrato animal, la experimentación científica y diversas prácticas consideradas crueles.
Para sostener su activismo, la actriz llegó a vender joyas, recuerdos personales y objetos asociados a su etapa como estrella de cine, utilizando su fama y recursos para dar visibilidad a causas que, hasta entonces, tenían escasa atención mediática.
UN LEGADO COMPLEJO Y POLÉMICO
El legado de Brigitte Bardot es tan influyente como controvertido. Su firme activismo convivió con declaraciones públicas que le valieron críticas y sanciones judiciales en Francia, lo que consolidó una imagen pública marcada por la polarización. Aun así, su impacto cultural resulta indiscutible.
Bardot fue actriz, musa, símbolo sexual, referente de estilo y activista. Su vida reflejó las tensiones entre fama, libertad individual y compromiso social. Su muerte cierra un capítulo fundamental del cine del siglo XX, pero también deja la huella de una mujer que decidió reinventarse y utilizar su notoriedad para defender aquello que consideró más vulnerable.
