Nazas Vivo: grito del río que se niega a morir
Durante siglos, los ríos no solo alimentaron la tierra, también moldearon las culturas que habitaban entorno a estos afluentes. En el desierto lagunero, el Nazas no fue la excepción: símbolo de vida, de identidad, de conexión entre pueblos y generaciones. Sin embargo, hoy su cauce seco es reflejo de la desidia institucional, la codicia de unos cuantos y la desconexión colectiva con el entorno natural.
El río Nazas lleva décadas encarcelado por presas, manipulado por canales artificiales y explotado por modelos agrícolas intensivos que privilegian el lucro sobre la sostenibilidad. El resultado no solo es un río muerto, sino una región que se asfixia entre acuíferos sobreexplotados, agua contaminada con arsénico y una población que ha naturalizado el robo del recurso más vital.
La campaña Nazas Vivo, impulsada por organizaciones como Prodefensa del Nazas, A.C., más que proponer una reivindicación ambiental, propone un acto de justicia ecológica y social. Exige devolverle al río un caudal ecológico -agua la mayor parte del año- que permita regenerar su cauce, recargar acuíferos y mitigar los efectos del cambio climático. No se trata de romanticismo verde, sino de una necesidad urgente.
Las cifras del saqueo del vital líquido son más que contundentes. Y es que por arriba de 400 millones de metros cúbicos de agua se sustraen de forma ilegal cada año en la Comarca Lagunera. Mientras tanto, miles de laguneros consumen agua contaminada, y el ecosistema se derrumba silenciosamente.
La administración pública, tanto federal como de los estados de Durango y Coahuila, parecen paralizadas ante el poder de los grandes acaparadores. La Comisión Nacional del Agua ha sido incapaz de aplicar justicia hídrica, y sus omisiones han contribuido al desastre. Difícilmente, la zona metropolitana de La Laguna puede vivir sin agua, por lo que no se puede seguir aceptando que este río sea tratado como tubería al servicio de unos cuantos.
El Nazas tiene derecho a existir. Así lo reconocen ya declaraciones internacionales sobre los derechos de la naturaleza. Así también lo reconoce cada habitante de la Comarca Lagunera asentado en ambos lados del río, que vibran con nostalgia cada vez que, por unos días, el río resucita tras una avenida extraordinaria.
Imaginemos, en lugar de añoranza, un proyecto permanente. Un río Nazas que fluya todos los días. Que refresque el aire, que alimente la tierra, que reúna a las familias en sus márgenes. Que se convierta en el eje azul de ciudades menos áridas y más humanas.
La propuesta está en la mesa. El reto es político, técnico, social y ético. Dejar morir al Nazas sería condenar a La Laguna de Durango y Coahuila a la sed, al olvido y al colapso ambiental. Revivirlo es una apuesta por el futuro, por la vida digna, por la justicia. No se trata solo de un río. Se trata de supervivencia.
EN LA BALANZA.- La creciente demanda de medicamentos para tratar trastornos mentales entre jóvenes y niños en Durango no es solo una cifra estadística, sino un indicativo de una sociedad que, poco a poco, comienza a mirar de frente una crisis de salud. Que cada vez más familias acudan a buscar ayuda médica especializada es una buena señal, pero también nos obliga a cuestionarnos qué estamos haciendo -o dejando de hacer- en casa, en las escuelas y desde las políticas públicas para cuidar la salud emocional de las nuevas generaciones.
CERROS SECOS Y PELONES... Algo está ocurriendo en el municipio lagunero de Gómez Palacio que es alarmante y doloroso. Se trata de retos virales en redes sociales que alientan embarazos de mujeres adolescentes. El problema revela una profunda crisis educativa, cultural y familiar. No se trata solo de cifras, sino de infancias truncadas y vidas expuestas a riesgos irreversibles por la banalización de la sexualidad y la ausencia de orientación.
X: @Vic_Montenegro