Ni las unidades deportivas están a salvo de la delincuencia en Durango
Resulta inverosímil que, de manera sistemática, unidades deportivas del Ayuntamiento y del Estado de Durango, sean presa de la delincuencia. Y no es fácil de creer porque se supone que al menos estos lugares que tanto presumen los políticos en sus discursos sean los menos vigilados.
Ahora le tocó el turno al estadio de softbol Carita Medina, al que apenas hace unos meses le habían devuelto la luz tras varios años de penumbras. Y fue de la misma manera, robándose los cables de las torres de iluminación que alumbran el campo para los juegos nocturnos.
Fue en años recientes que este estadio sufrió un robo de cables y lámparas que impidió que se realizara la liga nocturna durante varios meses. Ninguna autoridad intervino y fue hasta que equipos y jugadores se unieron, que presionaron y lograron que la autoridad municipal ayudara a devolver la luz.
Sin embargo, justo a unos días de reinaugurarlo, ladrones se llevaron el cableado nuevo, lo que atrasó su reapertura. Se repuso y por fin se volvió a disputar la liga nocturna en la que participan decenas de equipos que llevan a sus familias a disfrutar casi toda la semana.
Pero ayer una vez más volvió a suceder. Las cuatro torres de iluminación fueron víctimas de amantes de lo ajeno y volvieron a cortar y quitar los cables que imposibilitaron que se desarrollaran juegos por la noche.
Está claro que los ladrones saben dónde atacar, pues en esa zona deportiva también se han reportado robos de baterías de vehículos estacionados, cristalazos, robos de mochilas y a transeúntes que acuden a realizar deporte en las inmediaciones de los estadios de futbol Francisco Zarco y Francisco Villa.
¿Por qué si los ladrones saben dónde hay oportunidad de cometer un delito, los policías municipales no? Así como la comunidad deportiva ha agradecido la apertura de nuevos espacios para practicar deportes como el beisbol o futbol, de la misma forma exige que haya vigilancia permanente que permita acudir a realizar deporte tranquilamente.
Los discursos de seguridad quedan aniquilados con situaciones como esta, donde en lugares tan concurridos, rodeados de instalaciones deportivas, centros comerciales y zonas habitacionales de plusvalía se puedan cometer actos delincuenciales de manera sistemática sin que ninguna autoridad pueda evitarlo. Una verdadera pena.