¿Por qué bajan las defensas en tiempo de frío? Estas son 5 razones
Cuando llega el frío, el cuerpo no solo enfrenta temperaturas más bajas, también se expone a ambientes cerrados, virus estacionales y cambios drásticos en los hábitos diarios.
Es por eso que el sistema inmunológico puede resentirse justo cuando más se necesita. Aunque cada persona reacciona diferente, hay factores comunes que influyen en que las defensas disminuyan sin que uno se dé cuenta.
Prestar atención a estas señales es clave para mantener energía, estabilidad emocional y una salud fuerte durante los meses más fríos.
Identificar qué está afectando al cuerpo permite hacer ajustes simples que mejoran el bienestar de forma real y sostenida. Estas son cinco razones comprobadas por las que las defensas bajan y que conviene tomar en cuenta en temporada invernal.
1. ESTRÉS CRÓNICO
El estrés sostenido provoca que el cuerpo produzca cortisol en exceso, y cuando esta hormona se mantiene elevada por mucho tiempo debilita la respuesta inmunológica. El cortisol interfiere con la producción de linfocitos, las células encargadas de combatir infecciones, y también altera el sueño y el apetito, lo que agrava el problema. Durante la temporada invernal, la carga laboral, el cierre de año y la menor exposición al sol suelen intensificar estas condiciones, generando un escenario perfecto para que las defensas bajen.
2. FALTA DE VITAMINAS Y MINERALES ESENCIALES
Una alimentación pobre en nutrientes esenciales puede debilitar el sistema inmunológico con rapidez. La vitamina C, la vitamina D, el zinc y el hierro cumplen funciones clave en la defensa del cuerpo, y cuando no se consumen en cantidades suficientes, la respuesta ante virus y bacterias disminuye notablemente.
En invierno, la vitamina D suele bajar debido a la menor exposición a la luz solar, mientras que dietas muy restrictivas o desequilibradas pueden acelerar la deficiencia de otros micronutrientes. Mantener una alimentación variada y considerar suplementación bajo supervisión profesional puede marcar una diferencia real.

3. DESCANSO DEFICIENTE
Dormir poco afecta directamente la capacidad del cuerpo para recuperarse. Durante el sueño profundo, el organismo produce citoquinas, proteínas que regulan la respuesta inmunológica, y cuando el descanso es insuficiente su producción disminuye, aumentando la vulnerabilidad ante virus y bacterias.
Los cambios de horario, el clima frío y las rutinas alteradas de fin de año suelen impactar la calidad del sueño, creando un entorno ideal para que las defensas se debiliten.
4. SEDENTARISMO
La falta de movimiento también influye en la disminución de las defensas. La actividad física moderada estimula la circulación sanguínea, permitiendo que las células inmunes se desplacen más rápido y actúen de manera eficiente.
En invierno es común disminuir la actividad física por las bajas temperaturas, lo que provoca una sensación de menor vitalidad y una respuesta inmunológica menos eficiente. No se requiere un entrenamiento intenso para revertirlo; incluso caminar o estirarse diariamente genera beneficios reales.
5. EXPOSICIÓN CONSTANTE A CAMBIOS DE TEMPERATURA
Los cambios bruscos de temperatura afectan la barrera respiratoria, que es la primera línea de defensa del organismo. Pasar de un ambiente muy frío a uno muy caliente reseca la mucosa nasal, facilitando la entrada de virus y reduciendo la eficacia del sistema inmune.
Además, estas variaciones pueden generar inflamación que deja al cuerpo más propenso a infecciones. Para evitarlo, se recomienda hidratarse adecuadamente y utilizar ropa en capas que permita regular mejor el calor corporal.
