Vayamos al lejano y maravilloso Durango

Vayamos al lejano y maravilloso Durango. Sobre la venerable casa del Diezmo, del siglo XVII, un Santa Claus bebe eternamente Coca Cola. La casa, con su bella portada y su balcón de hierro forjado, se hace invisible ante el abuelo nórdico insaciable de Coca Cola. En una esquina del centro, dos grandiosos discos de la misma bebida tapan TODO el muro. La casa no existe. Rueda la Coca Cola y la ciudad de Durango se empobrece y se pierde ante el poema (¡) del anuncio. ¿Y qué decir del Palacio de los Condes del Valle de Xúchil? Ese palacio, uno de los más importantes edificios barrocos de la arquitectura civil de América es hoy una tienda "El No. 11". Los ilustres dueños taparon el patio, destruyeron la escalera para que cupiesen los camiones de mercancía y, en la magnífica portada, un puesto de fruta ha instalado sus productos. El frutero comprendió la esencia del barroco. Debió pensar: ¿para qué tantos adornitos, tantos huecos y tantos resaltos? Pues para detener su fruta, y he aquí que, por nefasto milagro, los chorros de fruta de piedra del siglo XVIII se convierten en frutos de verdad del siglo XX.

 FRANCISCO DE LA MAZA.

(Fragmento del artículo publicado el 19 de diciembre de 1954 en el periódico Novedades, texto después recogido en el libro Páginas de arte y de historia, INAH, 1971. Eminente historiador del arte novohispano, sorjuanista renombrado, el maestro Francisco de la Maza -1913,1972-, cuya producción alcanzó más de treinta libros, legó asimismo a los durangueños una valiosa obra: Durango. Notas de arte (1949), resultado de su visita un año antes a nuestra ciudad, con motivo de la celebración en nuestra capital del VIII Congreso de Historia. OJL).