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Orquídeas a la luz de los siglos

Hermila Galindo, pionera del feminismo en México

ORQUÍDEAS A LA LUZ DE LOS SIGLOS

Hermila Galindo, pionera del feminismo en México

Hermila Galindo, pionera del feminismo en México

DANIELO HERNÁNDEZ

La historia del reconocimiento de los derechos de las mujeres en México nunca estará completa si se omite el nombre de esta mujer nacida en junio de 1886 en Lerdo, Durango.

Luchadora social, revolucionaria, gran oradora, maestra y periodista, su vida y trayectoria política estuvieron marcadas por sus firmes convicciones ideológicas y las férreas batallas que libró a la sombra de un régimen machista.

Radical en sus decisiones y firme en sus objetivos, en plena efervescencia anti reeleccionista, se atrevió a redactar un discurso que retaba abiertamente la figura del presidente Porfirio Díaz. Hermila saldría bien librada de este episodio y siendo acogida muy pronto en las filas de los clubes anti reeleccionistas más reaccionarios.

Con el paso del tiempo y ya muy avanzado el movimiento armado, sus encendidos y controversiales discursos y su facilidad para arengar a las multitudes la pusieron frente a Venustiano Carranza, que al verla, le propuso acompañarlo por el país como su secretaria privada a lo que Hermila aceptó.

Fundó en 1915 la revista "La Mujer Moderna". La publicación logró la difusión de las ideas feministas de entonces y le permitió a Galindo viajar por distintos países latinoamericanos compartiendo su mensaje. Para 1916 en el primer congreso feminista de México se leyó un documento de su autoría en la que ya exigía el derecho de las mujeres al sufragio, la legalización del divorcio o el fin de la cultura machista. Hombres y mujeres de entonces arremetieron contra ella por declarar que "la Iglesia era un gran obstáculo para el logro de los objetivos feministas".

Hermila Galindo dio a conocer lo que probablemente casi nadie contemplaba para las mujeres en aquellos primeros años del siglo XX: el reconocimiento a su capacidad y fortaleza, así como la fe en su desenvolvimiento profesional y en un futuro prometedor. En su Credo fue tajante, el porvenir de las mujeres no solo era el hogar o la vida religiosa, por voluntad propia podían elegir, tratar de romper prejuicios y modificar costumbres, demostrando que con sus luchas y triunfos, no "han disminuido los hogares felices, ni han aumentado los prostíbulos, como profetizaban lúgubremente los antagonistas del feminismo". No era posible que, aunque las mujeres solteras tenían derechos ganados en el código civil de 1884, al casarse, las leyes las limitaran por razón de su sexo perdiendo así, cualquier reconocimiento de parte del estado.

Hermila fue también la figura femenina más visible en el Congreso Constituyente de Querétaro en 1917. A pesar de la razón de sus dichos y la elocuencia de sus discursos, la duranguense junto a otro puñado de mujeres presentes en las reuniones, solo fueron ignoradas y alimentaron la burla de los varones presentes.

Ese mismo año fue la primera mujer en contender a una diputación federal la cual obtuvo de manera sorpresiva por un amplio margen. No obstante lo contundente de su triunfo, el Congreso le negó su lugar por razones de sexo. Hermila siguió con su paradigmático pensamiento feminista centrando su lucha en el reconocimiento de la ciudadanía, los derechos políticos y sobre todo la pertenencia a una comunidad. De aquí que sus esfuerzos la inscribieron legítimamente en el proceso de reivindicación por los derechos civiles, políticos, laborales, educativos y hasta particulares -divorcios, familia, hogar- de las mujeres, no sólo en México, sino también a nivel mundial.

La sangrienta conclusión del régimen carrancista la obligó a alejarse de la vida pública dejando de lado una prolífica carrera como escritora y periodista para dedicarse por completo a ser esposa y madre.

Hermila regresó a la escena política en 1952 como la primera Diputada Federal de la historia de este país y un año después, vio consumado su sueño del reconocimiento constitucional de la igualdad entre hombres y mujeres. La muerte la sorprendió al año siguiente impidiéndole disfrutar de un triunfo más: la conquista plena de los derechos políticos de las mujeres que les permitían votar en las elecciones federales en 1955.

Hermila Galindo no fue de esas mujeres a las que la sublimidad del silencio les acomodaba, prefirió demostrar una y otra vez que "la verdad debe decirse aunque sea motivo de escándalo". Una de esas verdades debe seguirse diciendo una y otra vez hasta que nos quede clara: "la mujer tiene derecho a aspirar a una vida mejor, a ser parte de una escena pública que considere su papel en la sociedad, pero sobre todo a ser consciente de que todo derecho conlleva una obligación, una responsabilidad que sólo se demuestra con el ejemplo".

Escrito en: Orquídeas a la luz de los siglos mujeres, reconocimiento, derechos, Hermila

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