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PADRES E HIJOS

Inconsciencia e irresponsabilidad

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

No obstante que, en las semanas recientes, las cifras de casos positivos de coronavirus (Covid-19) en el estado de Durango han reflejado una tendencia hacia un evidente incremento, muchos ciudadanos nos preguntamos cómo es posible que, ante este panorama, las medidas de prevención entre la población se hayan relajado a tal grado que una cantidad significativa de habitantes ya ni siquiera usa el cubrebocas, un elemento considerado indispensable para contener la propagación del virus que, particularmente en esta entidad federativa, ha dejado un saldo de más de 300 defunciones y más de 50 mil decesos entre los 32 estados del país.

Lo que llama la atención es que, para muchos duranguenses, la pandemia del coronavirus no reviste mayor importancia, de ahí que desdeñan las recomendaciones de la Secretaría de Salud y minimizan cada una de las indicaciones que tienen como objetivo prevenir el contagio de Covid-19, una enfermedad que, por lo que hemos visto y se nos ha informado, resulta mortal en el caso de quienes tienen algún padecimiento crónico-degenerativo (hipertensión y diabetes, por ejemplo) o comorbilidad tales como obesidad o sobrepeso, entre otros factores que en ocasiones contribuyen a que se complique la salud de quienes muestran síntomas del mortal virus.

A pesar de que, constantemente, las autoridades informan sobre la actualización de casos positivos de Covid-19, donde se pone especial énfasis en que la población debe colaborar con las medidas de prevención que todos ya conocemos, aun así es común encontrarse a familias completas en la calle sin el más mínimo temor ni respeto por la pandemia ya que ninguno porta el cubrebocas, con lo que se demuestra un desprecio o una total inconsciencia e irresponsabilidad al exponerse y poner en riesgo la salud de quienes les rodean ya que, sin saberlo, podrían estar contagiados de la referida enfermedad, es decir, podrían ser pacientes asintomáticos.

Es más, muchos de nosotros hemos sido testigos de cómo esas personas que se resisten a utilizar el cubrebocas y a no respetar la sana distancia en negocios y en establecimientos de todo tipo se muestran agresivas cuando se les niega el acceso a esos lugares por no respetar esas medidas mínimas de prevención, y han generado violencia verbal y física contra quienes se atreven a llamarles la atención sólo por el simple hecho de que se les exhorta a que se solidaricen con los demás para evitar que el multicitado virus continúe propagándose, con todo lo que representa este fenómeno.

A propósito, permítame compartirle, amable lector(a), una anécdota que me ocurrió hace unos días y que refleja el sentir de un sector importante de la población: resulta que yo iba manejando por la avenida 20 de Noviembre de esta ciudad de Durango, y al llegar al cruce con la avenida Cuahtémoc hice el alto obligatorio que me marcaba el semáforo, cuando de pronto dio vuelta un joven conductor que transitaba en una camioneta y al acercarse a mi vehículo estornudó fuertemente y me dijo, textualmente: "Ahí va el coronavirus", para enseguida soltar una carcajada como si hubiera hecho una gracia de la había que enorgullecerse y festejarla con sus acompañantes.

Este episodio refleja en gran parte el sentir de un segmento de jóvenes que aún no cree o se resiste a creer que la pandemia del coronavirus sí existe, pues con sus acciones lo que parecen expresar es su rechazo ante esta crisis sanitaria que les impide divertirse a sus anchas, lo que tal vez es un reflejo de lo que se les enseña en el hogar por parte de sus padres, pues si estos fueran más estrictos seguramente no observaríamos esta clase de actitudes que nos producen una sensación de tristeza e impotencia por no poder hacer nada para cambiarlas por conductas positivas.

Por supuesto que a muchos progenitores les ha faltado inculcarles a sus hijos la necesidad de protegerse para no contagiarse con ese virus, aunque, de manera lamentable, también observamos que hay muchos adultos, que son padres de familia y a los que tampoco les importa cómo ha evolucionado esta pandemia que nos ha trastornado la vida en todos los aspectos y de la que no saldremos en años, tal vez décadas, tal como lo han comentado algunos científicos estudiosos del tema.

Dentro de este contexto, habría que hacernos a la idea de que tendremos que aprender a convivir con esa enfermedad, ya que faltan todavía algunos meses para que la vacuna que se está desarrollando pueda ser distribuida en todos los países, por lo que, mientras tanto, deberemos continuar acatando todas las medidas de prevención que nos han recomendado las autoridades de Salud para no ser víctimas de ese letal virus.

Es cierto que muchas familias ya estamos desesperadas y hartas del confinamiento cotidiano, con todo lo que implican las restricciones para la movilización. Sin embargo, en tanto no podamos desplazarnos con libertad, con cierta seguridad de que no vayamos a adquirir dicho virus, tenemos que seguir cuidándonos y adoptar todas esas medidas que nos han servido para no padecer esa enfermedad que ya ha cobrado miles de vidas en todo el territorio nacional y a nivel mundial. Hagámoslo por nuestros hijos.

Escrito en: Padres e hijos que,, muchos, medidas, pandemia

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