Ácido salicílico y la piel

¿Sabías que el ácido salicílico es uno de los mayores enemigos del acné y de los puntos negros? Tan solo tienes que aplicarlo sobre un grano invasor antes de irte a dormir y, a la mañana siguiente, este se habrá rendido. Por ello, es necesario saber cómo actúa sobre tu piel y cuál es la mejor forma de beneficiarse de él.

Es un betahidroxiácido cuya acción principal es exfoliante. Genera grandes beneficios para la piel grasa y, sobre todo, con acné; además, también elimina manchas o sirve para tratar diferentes problemas cutáneos. A diferencia de otros activos, como los ácidos mandélico o glicólico, que pertenecen a la familia de los alfahidroxiácidos, el salicílico penetra de forma más profunda.

La propiedad principal es eliminar la capa superficial de la epidermis, lo que le hace tan eficaz para tratar el acné y sus lesiones derivadas como las cicatrices superficiales y las arrugas. Tiene propiedades comedolíticas (elimina espinillas) y queratolíticas (elimina células muertas), y regula el sebo propio de las pieles grasas y con tendencia acnéica.

 ¿QUÉ TIPO DE ACNÉ TRATA?

Está incluido en prácticamente todos los protocolos de tratamiento de acné. Sin embargo, donde mejor funciona es sobre los puntos negros y sobre las espinillas blancas, ya que este ácido es capaz de disolver los tapones de queratina y regular las células de la piel. Y, aunque tiene propiedades antibacterianas, no es suficiente para tratar el acné quístico.

 ¿QUIÉN DEBE EVITAR SU USO?

Este tipo de ácido lo pueden utilizar personas de cualquier edad, pero no se recomienda su uso por parte de mujeres embarazadas o en fase de lactancia. Además, hay que comprobar si la piel lo tolera ya que puede provocar irritación, sequedad o incluso descamación en la piel. Y, aunque el ácido salicílico tiene también un uso dermocosmético, debe pautarlo el especialista y el cosmético en cuestión debe tener concentraciones que van desde 0,5% al 2%. También debe utilizarse de noche para evitar la exposición al sol.