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YAMIL DARWICH

El pasado 8 de julio festejamos el Día de los Océanos, evento que poca atención recibió, toda vez que estamos embebidos con el tema de la epidemia con COVID-19, el que, por cierto, nos deja muchas lecciones y nos da la demostración sobre lo que es ser racional y solidario.

Sé que usted vio imágenes de lo que llamaron "recuperación de la ecología", incluyendo animales ocupando espacios de los que fueron despojados por los humanos; corrientes de agua cristalina dirigiéndose a presas y mares; también un aire más limpio, con cielos azules y noches estrelladas. Pareciera que somos los principales depredadores de la naturaleza... ¿o nó?

La recuperación de la capa de ozono, que tanto fue publicitada, sin duda fue una aportación más, aunque el proceso natural existe y nosotros solamente somos catalizadores.

Si usted es madrugador y camina antes de la salida del sol o al caer la noche, habrá disfrutado de cielos norteños plagados de estrellas, visión que vamos perdiendo por la producción de gases contaminantes y la pérdida de costumbre de observar a la naturaleza.

También desatendimos persistentemente la información de que, La Laguna, está incluida entre los grandes productores de metano, gas lanzado a la atmósfera, según estudio de la NASA, por el proceso de fermentación de materia fecal del ganado mayor.

Nosotros, alejados de la costa, tenemos limitada atención sobre lo que ocurre en los océanos y los graves efectos que están presentándose por nuestros desechos lanzados irresponsablemente; representan el 97% de agua, aunque salada. Únicamente un 3% es dulce y de ella, el 2%, está en forma sólida, como hielo que no podemos consumir; piense que si se derritiera, significaría la inundación de buena parte de las costas del mundo, cubiertas bajo tres o cuatro metros de agua, y de continuar, pudieran representar el fin de nuestra existencia.

La contaminación es un reto que no hemos querido atender, considerando que los países ricos exigen más confort y los pobres anhelan mejores condiciones de vida; sume la politiquería mundial. Los mexicanos somos expertos.

Le comparto algunos datos: en el mundo 2,000 millones de personas carecen de agua potable y 3,250 millones más no cuentan con servicios básicos de saneamiento.

Solamente en África, unos 750 mil niños fallecen cada año, por infecciones gastrointestinales -al no tener acceso al agua- y enfrentan 500 veces más probabilidades de morir deshidratados por diarrea, comparados con los niños de Europa o Estados Unidos. Si usted toma a 1,000 aldeanos de ese continente, al menos 20 padecen diarrea crónica infecciosa por ingerir agua contaminada.

Nosotros nos hemos festinado con los ríos Nazas y Aguanaval; directamente los que depredan por ganar dinero y quienes los descuidamos por negligencia ciudadana y los deterioramos paseando. Las autoridades declaran intenciones y no otorgan presupuestos suficientes y... seguimos contaminándolos.

Alrededor del 77% del agua lo destinamos a usos agropecuarios, 13% a lo doméstico y 10% en el medio industrial. Todos los consumos presentan irresponsables desperdicios y de nuevo se observa a los abusivos explotadores y los irresponsables ciudadanos. Como dato: en Canadá -los mayores propietarios de agua- usan solo el 40% del líquido que utilizamos para bañarnos. Yo conozco gente que disfruta del agua "calentita" para darse un masaje matutino por 30 minutos o más.

Olvidamos que el ciclo del agua es simple, pero inalterable y los ríos llevan aguas contaminadas a los mares, rompiendo el círculo imprescindible: el de la vida.

Otras causas son los tóxicos votados directamente a los mares por las industrias y hasta embarcaciones; el plástico, que ha formado "islas" de contaminación que requerirán siglos para reciclarse, recuerde que los peces ya contienen moléculas plásticas en sus carnes; ahora Charles Rolsky, investigador de la Universidad Estatal de Arizona, advierte que los nanoplásticos, con diámetros inferiores a 0.001 mm, ya están en el cuerpo humano.

Sume los derrames petroleros limitadamente atendidos; las consecuencias del cambio climático que incluye la elevación de la temperatura; alteraciones de las corrientes y muertes de especies marítimas -ya perdimos el 50% de los corales del mundo-; la explotación minera que extrae lodos inertes hacia las aguas salobres provocando daños irreparables; la pesca inmoderada, incluyendo el uso de redes que no respetan especies que no recuperaremos. Piense que ballenas, delfines y vaquitas marinas están en peligro de extinción.

Tampoco olvidemos que los procesos de fotosíntesis marinos nos aportan grandes cantidades de oxígeno, obteniéndose del dióxido de carbono que producimos. Los ciclos de lluvia están altamente relacionados con los mares.

Nos quedan acciones a realizar como ciudadanos: ante todo transformar nuestra desatención en acción, cuidar el agua, participar activamente para combatir la contaminación ambiental y, sobre todo, dejar nuestro estado de confort y sumarnos en organizaciones civiles, exigiéndole a las autoridades resultados y no solamente declaraciones populacheras con propósitos electoreros. ¿Empezamos?

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Escrito en: Diálogo agua, están, contaminación, somos

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