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IGNACIO ESPINOSA

En días recientes, hemos sido testigos de cómo jóvenes menores de edad se han involucrado en accidentes viales y, lamentablemente, en algunos de estos han sido los protagonistas al conducir vehículos motorizados para los que no estén preparados, aptos para manejar debido a que no cuentan con la suficiente experiencia y pericia, lo que ha derivado precisamente en el registro de percances que, incluso, han costado la pérdida de vidas humanas en el estado de Durango.

Es triste observar cómo jovencitos, desde los 15 años de edad, ya se encuentran tras un volante, sin la preparación mental y emocional para hacerse responsable de conducir un vehículo automotor (trátese de un automóvil o una motocicleta), a pesar de que se ha demostrado que un menor de 18 años de edad no cuenta con la suficiente madurez mental para responsabilizarse del manejo de una unidad motriz, ni mucho menos tiene la pericia para realizar esta actividad.

Por supuesto que en estas circunstancias los responsables (o ¿debería decir irresponsables?) son, antes que nadie, los padres de esos o esas menores de edad que ya hasta presumen que saben conducir un vehículo motorizado y que lo hacen con una destreza que hasta envidiaría hasta el más experimentado adulto que ya lleva muchos años en ese sentido.

Lo cierto es que, si bien, efectivamente, puede haber (y creo que sí los hay) jovencitos y jovencitas que pueden ser muy hábiles para manejar un automóvil o una motocicleta, también está el otro lado de la moneda, es decir, muchachos y muchachas que no son precisamente muy diestros para conducir un vehículo automotor, y menos cuando lo hacen luego de haber ingerido bebidas embriagantes o alguna sustancia prohibida como puede ser un enervante o estupefaciente, que influyen para menguar los sentidos y, por ende, la destreza para maniobrar una unidad motriz.

En lo personal, no estoy de acuerdo en que el Reglamento de Tránsito y Vialidad de nuestro estado permita que los menores de edad, a partir de los 16 años, ya cuenten con una licencia de manejo, previa firma y consentimiento de los padres de familia, por supuesto, ya que considero, como lo comenté anteriormente, que esas jovencitas y esos jovencitos no son aptos para hacerse responsables de la conducción de un vehículo automotor, en virtud de que aún no poseen la madurez emocional y psicológica suficiente para estar detrás de un volante o de unos manubrios de una motocicleta, sobre todo cuando no saben cómo responder ante determinadas maniobras de otros conductores.

Por ello, estimado lector, soy un convencido de que los padres de familia deben ser muy responsables y esperar, por lo menos, a que nuestros hijos cumplan la mayoría de edad para que puedan conducir un vehículo automotor, previo proceso de capacitación por parte de un adulto que conozca al pie de la letra el Reglamento de Tránsito y Vialidad, para que lo acompañe y le muestre, en el terreno de los hechos, cómo se debe manejar una unidad motriz.

Ya más adelante, lo ideal sería que el joven mayor de 18 años de edad asistiera a una escuela de manejo, donde le enseñarían los fundamentos teóricos sobre la conducción de un vehículo automotor y, en el momento adecuado, la práctica en las calles de la ciudad, para reforzar los conocimientos adquiridos en torno al Reglamento de Tránsito y Vialidad.

El objetivo de todo este proceso es que el candidato a obtener una licencia de manejo se sensibilice sobre la enorme responsabilidad que representa estar detrás de un volante o del manubrio de una motocicleta, ya que hacerlo correctamente o con irresponsabilidad puede ser la diferencia entre la vida y la muerte de quien maneja o de algún otro conductor o peatón que se encuentra dentro o fuera del área de las vialidades por donde se circula.

Para ello, los progenitores debemos platicar con nuestros hijos antes de tomar la decisión de permitirles que obtengan su licencia de manejo, pues no basta que cumplan la mayoría de edad, sino que, además, deben estar preparados psicológica, mental y emocionalmente, para responsabilizarse de lo que representa estar al frente de un volante.

Un aspecto fundamental es que les alertemos de los riesgos que implica manejar bajo los influjos de alguna bebida alcohólica o algún estupefaciente, ya que hacerlo en esas circunstancias representa poner en peligro no sólo su integridad física, sino la de otros conductores y peatones.

Es mejor sugerirles que no consuman alcohol si más tarde van a manejar, o si van a ingerir alguna bebida de ese tipo lo más recomendable es que alguna otra persona (que puede ser un amigo, una amiga o un familiar que los acompañe en ese momento) conduzca el vehículo (el famoso conductor designado), con el objetivo de prevenir un accidente que puede ser hasta de fatales consecuencias.

La responsabilidad de autorizar a nuestros hijos que manejen un vehículo automotor representa un hecho que podría marcar sus vidas, negativa o positivamente, lo cual dependerá de que ese permiso se les conceda una vez que tengan la edad adecuada para asumir esa responsabilidad.

Los accidentes viales están a la orden del día, y muchos de ellos no se pueden prevenir; sin embargo, hay algunos que sí se pueden evitar si se maneja con pleno respeto al Reglamento de Tránsito y Vialidad, sin importar si son jóvenes mayores de edad, pues si conducen con responsabilidad, la probabilidad de que se involucren en un percance de esa naturaleza será menor o igual que si fueran adultos con mucha experiencia en ese aspecto.

Escrito en: Padres e hijos vehículo, edad, conducir, representa

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