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JESÚS SILVA-HERZOG

Gobernar en la mentira

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Gobernar en la mentira

JESÚS SILVA

La escena la describe Václav Havel en uno de los ensayos más lúcidos de la disidencia centroeuropea. El tendero en un mercado checo coloca los precios de sus verduras. Arriba del expendio, un letrero que dice, con todo el énfasis posible: "Proletarios del mundo, ¡uníos!" Ese letrero es la marca del régimen post-totalitario, decía el dramaturgo en El poder de los sin poder." La convocatoria era el tributo a la mentira del régimen, era la señal de esa complicidad que se traba entre el amo y el vasallo, esa servidumbre que requiere asentimiento. ¿Por qué pone el comerciante ese anuncio sobre sus papas y sus lechugas? ¿Convoca a sus clientes a unirse a la marcha universal del proletariado? ¿Siente el deseo irrefrenable de declararle a todo el mundo su ferviente convicción política? Nada de eso, dice Havel. El marchante coloca el letrero porque la cuota de mentira es el impuesto crucial del régimen. El régimen antidemocrático de la Checoslovaquia de los fines de los años setenta se basa en una simulación permanente de lealtad y de entusiasmo político. Llamando a todos los súbditos a la mentira, el régimen no solamente somete, sino también humilla. Esa condición post-totalitaria enreda a todos los miembros en una malla de falsedades. El vendedor comunica la lógica del régimen: yo, comerciante en el mercado, sé lo que debo hacer. Sé lo que se espera de mí y declaro mi obediencia al régimen colocando este letrero para ganar tranquilidad. El letrero no se dirige a los clientes sino a los inspectores que examinan a diario las manifestaciones de lealtad. Vivir bajo ese régimen, decía quien se convertiría años después en presidente de Checoslovaquia, es vivir dentro de la mentira. Todos han de incorporar ese letrero del comerciante a su vida diaria. Ese es el deber político esencial: vivir dentro de la mentira.

Un presidente inventa una conmemoración que todos saben falsa. Busca celebrar un aniversario que le cuadre a su relato y necesita la redondez de una fecha. Inventa así, un evento que ningún conocedor respalda. No importa. ¿Qué mejor muestra de poder que rehacer el pasado para que cuadre con los antojos del supremo? Que los ciclos de la historia se renueven con exactitud astronómica. Que el mensajero sobrehumano de la historia encuentre ratificación en los misterios de los números y la regularidad de los planetas que regresan, con precisión, a su punto de origen. Los ceros de la historia presagiando la Cuarta Transformación de la patria. El águila con hambre de víbora habrá intuido la llegada de la cuarta bienaventuranza de la nación que surgía en ese instante. La astrología, no la historia, parece el norte de la megalomanía presidencial.

Decir que hace setecientos años aconteció la "fundación lunar" de Tenochtitlán no es más que charlatanería new age, ha dicho el historiador Rodrigo Martínez Baracs. No hay especialista que coincida con el malabar de fechas y mitos que ha hecho el oficialismo para que la fecha 1321 redondee su cuento. Si la historia no cuadra con el relato del poder, hay que cambiar el pasado, sin siquiera detenerse en el respeto a las fechas. El festejo de la semana pasada puede haber sido una ceremonia irrelevante, pero es un buen retrato de quien gobierna desde la mentira. Como aquel tendero del mercado de Praga, quienes acompañan al presidente saben que participan de una farsa, pero lo arropan para demostrar lealtad a un régimen que, al exigir lealtad ciega, es, en el fondo, humillante. Ahí, entre sonrisas y abrazos, con aplausos y palabras de falsa emoción, los lopezobradoristas naturalizan la mentira que se propaga cotidianamente. El asentimiento a la mentira en una celebración absurda anticipa el silencio ante la agresión los ciudadanos, la pasividad ante la abierta violación a las normas constitucionales. Los colaboradores del presidente, los aduladores de palacio se empeñan en colocar en lugar visible el letrero de su sumisión. La mentira histórica no es relevante porque cambie el entendimiento de nuestro pasado. Nadie tomará en serio la ocurrencia oficial. Si es relevante es porque pretende demostrar que el poderoso no tiene límite en la ley ni en los hechos. Que no se pretendan inocentes los colaboradores que han consentido tanta mentira.

Escrito en: JESÚS SILVA-HERZOG letrero, mentira, régimen, historia

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