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SORBOS DE CAFÉ

En la ciudad de los vientos

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En la ciudad de los vientos

En la ciudad de los vientos

MARCO LUKE

El día de San Patricio había terminado.

Salí de aquel bar para caminar por la ciudad sin rumbo fijo.

Evanston y sus calles pintadas aún de verde, no lograban escapar totalmente del largo y arduo invierno polar, pero probablemente la mezcla de Whiskey, agua mineral y gotas de melancolía, recorrían mis venas proporcionándome el calor necesario para soportar la caminata y tu ausencia.

El ambiente en aquel Pub, eras más que agradable, sin embargo, la guitarra desahogando sus penas en hermosas notas de blues, me inspiraron a extrañarte lejos de todo y de todos.

Terminé mi bebida de un solo trago, pagué con un par de billetes que dejé sobre la barra junto a una servilleta arrugada con la que limpié mis labios y el último beso que nos dimos a penas hacía unos meses, en ese mismo lugar.

La puerta se cerró detrás de mí y se quedaron dentro cientos de sonrisas, el chasquido de los vasos de vidrio, el alcohol y la banda inspirada sobre el escenario; las cuerdas y el saxofón decidieron venir conmigo.

Entonces, esa melancolía comenzó a improvisar una melodía en mi cabeza, bien acompañada por el requinto de la guitarra eléctrica, a cientos de metros de mí, pero muy cerca de mis oídos.

Con una voz elegante, sensualmente ronca, pero femenina, comenzaste a seducir mis pasos, entonces, me permití escuchar la canción que a la distancia me cantabas.

"Nunca había visto una noche tan sola en Chicago..."

"siempre habrá alguien pero mi cama vacía..."

"nunca he hecho el amor sin ti a mi lado..."

"y podré acostarme desnuda entre mis sábanas..."

"pero tu fotografía siempre estará desde el buró, vigilando..."

Dejaste de cantar, pero las cuerdas del instrumento aumentando su volumen y su dolor, despiertan mis celos.

El "solo" de guitarra parece alargarse por todo el lago Michigan, me parece interminable, y fascinantemente aterrador cubierto por la noche, pero nada puede hacerme sentir más temor que ahogarme en tu recuerdo.

Los efectos del escoces añejado, irreflexivo, sin importarle una pizca mi dolor, comienza a evaporar su efecto etílico y soñador que un par de cuadras antes todavía anestesiaba mi pena.

La abstinencia poderosamente convertía la metrópoli en un desierto donde moría de sed, el alma se deshidrataba lentamente y tus labios se encontraban muy lejos de mi pecho.

Si no podía morir en tus brazos, lo mismo daba quedar sin vida en las calles de "la ciudad de los vientos", que en cualquier punto de la tierra.

Oportunamente un oasis en medio del desierto pavimentado me mostró la luz señalando una puerta a otro bar.

Sin duda había vagado por días, porque de otra manera, nada podía explicar cómo era posible mi extenuante y desfallecedora travesía por el Sahara y mi valiente historia de sobrevivencia.

En fin. Pronto me rendí a mi descabellada versión de los hechos y acepté nunca haber salido de la ciudad. Sonaría como un loco al momento de explicarle a la gente que mientras mi cuerpo paseaba frente a la Torre Sears, mi espíritu se había perdido intentando seguir el rastro de tu voz y el de nuestro mejor recuerdo.

Una noche bastó para perderte, una vida entera se perdió en el cuerpo de alguien que jamás volví a ver, un ciento de lágrimas tuyas fueron suficientes para firmar la determinación de jamás perdonar mi error.

Entré y me senté frente a la barra, imitando la posición, el gesto y hasta la bebida del bar anterior.

El barman sin preguntar puso frente de mí un vaso de "Johny Walker" en las rocas asegurando que se trataba de una edición especial, algo de un rey Jorge, alcancé a escuchar como el nombre de la especial cosecha.

Poco me importaba la calidad de lo que bebía. Hace mucho había dejado de ser uno de esos imbéciles que comienzan una borrachera con una botella de "buen vino" pretextando que beben por calidad, pero que terminan bebiendo la saliva de cualquier envase con alcohol.

Hace mucho que reconocía mi problema con la bebida, y poco me importaba.

Hoy, tenía un vició que verdaderamente ponía en riesgo mi vida... extrañarte todos los días.

Cortesía

Escrito en: Sorbos de café ciudad, frente, guitarra, extrañarte

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