Vox en México: vienen los ultras

El pasado jueves, Santiago Abascal, presidente del partido ultraderechista español, viajó a México para reunirse con un grupo de legisladores panistas. El coordinador del PAN abrió las puertas del Senado de la República al líder de extrema derecha y hasta 15 senadores del partido blanquiazul firmaron la llamada "Carta de Madrid", contra una supuesta amenaza comunista en Latinoamérica.

Resulta sorprendente que al líder de una organización que califica la conquista de México como la "liberación de millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas" se le reciba con tales honores en la sede de la soberanía popular. No solo por una cuestión de memoria histórica, sino de democracia y respeto a las libertades de hoy. Vox es un partido ultraderechista, que se ha posicionado contra los derechos de las mujeres y la comunidad LGTB y criminaliza a los migrantes. Por tanto, reunirse con su líder en la casa del pueblo mexicano no es solo motivo para pedir disculpas, como hizo el coordinador panista Julen Rementería. Es causa suficiente para exigir la dimisión de todos los representantes que acudieron al encuentro. Un partido que pretende disputar la Presidencia del país, no debería contar entre sus filas a personas que simpatizan con el machismo, la homofobia o la xenofobia.

De Vox se conoce no solo su ideario reaccionario, también las grandes fortunas que durante años financiaron al partido hasta su auge y su conexión con la organización secreta ultracatólica El Yunque, de origen mexicano. Por eso, escuchar a los legisladores panistas alegar, después del revuelo causado, marcar diferencias con el partido de Abascal resulta bastante inverosímil. Si no conocían el entorno ideológico de la organización ultraderechista, están gravemente desinformados y muestran su incompetencia. Si lo conocían, lo que han hecho es exhibir su cercanía con un movimiento cuasifascista.

La ultraderecha de Vox, en pocos años, se convirtió en tercera fuerza política en España y hoy posee serias posibilidades de alcanzar el gobierno junto al Partido Popular (PP). La asimilación por parte de los conservadores españoles del marco ideológico impuesto por los de Abascal ha permitido que avances sociales, como la despenalización del aborto o la legalización del matrimonio igualitario, estén de nuevo en entredicho. La extrema

Derecha, gracias a sus financiadores y voceros en los medios de comunicación masivos, ha logrado marcar la agenda política señalando al migrante, al homosexual, a las mujeres libres, etc.

Cualquier cuestionamiento en lo referente a los Derechos Humanos debe ser rechazado de raíz. No se puede permitir que se defina como criminales o ilegales a quienes se ven obligados a abandonar su país para alimentar a su familia. No se puede consentir que se pregunte sobre qué llevaba puesto una mujer que fue violada, responsabilizando a la víctima en vez de al agresor. No se puede tolerar que ninguna autoridad pretenda decirnos a quién podemos amar o de qué forma hacerlo.

Los progresistas no pueden ceder ni un solo espacio a la extrema derecha. Desde el momento en que su discurso entra en escena, paulatinamente va intoxicando el ambiente. Empieza con un "ni machismo, ni feminismo" para terminar escribiendo con una navaja en la nalga de un homosexual o golpeándolo hasta la muerte, ambas cosas sucedidas recientemente en España.

La visita de Santiago Abascal a México no puede quedarse en lo anecdótico. Aunque desde el Partido Acción Nacional se considere oficialmente "un error" el encuentro, lo cierto es que más de la mitad de sus senadores acudieron a la reunión. La extrema derecha constituye una amenaza real contra la democracia y los derechos y libertades de todas y todos. Por lo que, observando la experiencia española, solo me queda un consejo: México,

Ten cuidado, vienen los ultras.

Twitter: @Romen_Arteaga