La alianza va, ¿pero a dónde?
Huele a precampaña y ya empiezan a lavarse algunos trapos sucios fuera de la propia casa. Los candidatos y candidatas proliferan desde hace semanas en un bloque y otro. Morena tiene su proceso de selección de candidaturas. Pero, ¿y la alianza?
Guste más o menos -a mí personalmente no me inspira confianza- lo cierto es que el partido de López Obrador tiene un método para la selección de las personas que encabezarán la candidatura a los gobiernos de los seis estados en liza para 2022. Tres encuestas que se están realizando a día de hoy determinarán este mes de diciembre quién será la cabeza de la 4T en Durango. Todo parece indicar que la clave en este caso será en el género de la candidatura, pues la terna está entre José Ramón Enríquez y Marina Vitela. Aunque poco importa, ya que en realidad el candidato será AMLO y la campaña girará en torno a la aprobación o el rechazo a su proyecto de transformación.
Sin embargo, mientras Morena tiene ya encaminada la decisión, del lado de la coalición Va Por Durango aún todo es incertidumbre. No solo no conocemos el género del candidato o candidata, siquiera sabemos qué partido pondrá el nombre de la persona que encabece la alianza del PRI-PAN-PRD para los comicios a celebrar en apenas seis meses.
La alianza tripartita no garantiza en absoluto la victoria y esta indefinición solo está regalando tiempo a los simpatizantes de la 4T. La campaña de Morena se hace cada día en la mañanera del Presidente, pero la coalición Va Por Durango tendrá que esforzarse en generar aquí un proyecto creíble que permita a la ciudadanía otorgarles la confianza en las urnas.
De momento, encima de la mesa solo hay nombres: Esteban Villegas, Enrique Benítez o Leti Herrera por el PRI; Héctor Flores, Javier Castrellón o Jorge Salum por el PAN; entre otros. Pero, ¿cuál es el proyecto de cada uno? ¿qué retos consideran que tiene hoy el Estado? ¿qué Durango quieren para la próxima década? Definir el candidato antes que un programa de gobierno es poner el tejado de la casa antes que los cimientos. El rechazo a Morena no parece suficiente motivo para que los electores inclinen la balanza a favor de la alianza, con un presidente que roza el 70% de aprobación nacional. Hace falta poner sobre la mesa una alternativa realista y sólida, que combine la experiencia dentro de las instituciones con la ilusión de pensar el Durango del futuro. Primero qué, después con quién.
En el pulso que Enrique Benítez ha decidido echarle al candidato previsiblemente más fuerte, el diputado priísta habla de "imposición" si termina por definirse a Esteban Villegas como el abanderado de la coalición. Y tiene razón. Pero no es menos cierto que, sea cual sea la decisión final, esa imposición se va a dar. La alianza tripartita no ha determinado un método democrático para elegir su candidatura, por lo que cualquier decisión vendrá derivada de un acuerdo cupular.
Otro asunto hubiera sido la realización de unas primarias para elegir un liderazgo en el bloque del PRI-PAN-PRD. De haber escogido un método democrático, nadie aludiría a imposiciones y la persona elegida afrontaría la candidatura con suficiente legitimidad para acallar el ruido interno. Con unas primarias se habría medido la capacidad de movilización de cada partido, se habría estimado el empuje de cada candidato, se habría engrasado la maquinaria electoral que tendrá que estar a punto para inicios del 2022. Pero ya no hay tiempo, ni mucho menos interés.
Para lo que sí hay tiempo es para repensar la estrategia: ¿está resultando útil la alianza para vencer al morenismo? Saquen sus conclusiones y yo compartiré las mías la próxima semana.
(TW: @Romen_Arteaga)