El oro líquido en tu hogar

De entre todos los aceites que conocemos, hay uno que siempre destaca no solo por su sabor, sino como una buena opción para quienes buscan una sana alimentación. Nos referimos al aceite de oliva.

Los grandes de la cocina lo prefieren por las maravillas que genera en el paladar. Con un sabor que va desde lo frutal hasta lo pungente y en el que se pueden encontrar algunas notas a manzana, cítricos y cacao, incluso un agradable amargor como el de la rúcula. Claro que todo depende del proceso de extracción y la variedad de aceituna de donde proviene: Frantoio, Picual, Arbequina o Kalamata, solo por mencionar algunas.

Pero también destaca por su poder para mantener por más tiempo con vida a los alimentos. Funciona como conservador gracias a sus polifenoles y otros componentes del mismo que actúan como verdaderos bactericidas y que hacen más lenta la proliferación de microorganismos.

No por nada lo llaman en la gastronomía mediterránea como 'Oro líquido'.

Recuerda que para poder apreciar su sabor correctamente, lo ideal es que se encuentre a temperatura ambiente, es decir, no mayor a los 37°C y no menor a los 10°C, aunque todo dependerá de los gustos de los comensales.

Si quieres emplearlo en ensaladas basta un chorrito de oliva para acompañarlas. Por su naturaleza, el aceite tomará temperaturas más bajas apenas toque los ingredientes, pero no te preocupes, pues una vez en tu boca bastarán unos cuantos segundos para que alcance temperaturas optimas y su sabor tome más intensidad.

Si lo buscas para fines medicinales, tendrás un aliado sin igual para reducir el colesterol malo (LDL) y acelerar tu torrente sanguíneo. Además de prevenir enfermedades asociadas a la mala alimentación.

O tal vez prefieras usarlo para tratamientos de belleza, principalmente como reparador de cabello seco.