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Desde la frontera

La reforma que electrocutó la democracia

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ROMEN GARCÍA ARTEAGA

Con la votación de la reforma eléctrica el pasado domingo acabó un capítulo que ha estado marcando la agenda política del país por más de un año. La oposición cerró filas y a la alianza "Va por México" compuesta por PRI, PAN y PRD, se le sumó esta vez MC. Con esta votación se manifestó claramente la polarización que ha buscado la estrategia obradorista desde sus inicios, en la dialéctica del amigo/enemigo que diseñó Goebbels. El tono de la discusión pública se vio embarrado por los calificativos dedicados a quienes votaron contra la propuesta presidencial, tachados de "traidores" y "vendepatrias".

Es peligrosa la deriva de quienes, sin aceptar mover ni una coma de la propuesta, desprecian cualquier discusión sobre el fondo de la misma. La democracia no puede limitarse a un falso dilema en el que quien no acepte mi reforma tal como la planteo es un enemigo de la patria. Entre el blanco y el negro hay una amplia gama de grises. Y aunque el relato mediático parece no aceptar ningún matiz, había razones para votar contra la reforma eléctrica de Morena también desde una perspectiva progresista. O si no que le pregunten a los dos diputados del Partido Verde -adscrito al bloque de la 4T- que decidieron rechazarla.

El freno a la reforma eléctrica da una nueva oportunidad a México para adaptar su modelo energético a las exigencias del siglo. Frente a la crisis climática que vivimos a nivel global, es clave que cualquier cambio en esta materia esté orientado de forma prioritaria hacia la producción de energías más limpias, por nuestra salud y la del planeta. Esta reforma no lo contemplaba, como denunciaron muchos activistas ambientalistas en el Parlamento Abierto. La CFE no tiene actualmente la capacidad de producir energía eólica ni fotovoltaica, su inversión en fuentes renovables se ha limitado hasta ahora a la hidroeléctrica, que genera tan solo el 10% del total. De haber prosperado esta reforma, habría obligado a posponer seis años más el compromiso asumido internacionalmente por México de producir el 35% de la energía a través de fuentes renovables en 2024. La crisis climática no da lugar a más dilación, debe atajarse de inmediato y el Gobierno de México tiene que orientar su política energética hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU contemplados dentro de la Agenda 2030.

Este rechazo supone una dura derrota para López Obrador. Perder la mayoría de los dos tercios en el Congreso de la Unión, como resultado de las elecciones federales el año pasado, limitó mucho la capacidad del Presidente para la segunda mitad de su sexenio. El bloque oficialista se había propuesto la aprobación de tres reformas constitucionales sumamente relevantes para la consolidación de la 4T: la eléctrica, la electoral y la que integraría a la Guardia Nacional en la Sedena. En su intento de modificar el mercado energético, AMLO topó con la primera piedra, lo cual puede ser un adelanto de lo que suceda con las otras dos reformas pendientes si no hay cambios significativos en las posturas de ambos bandos.

El refuerzo a la polarización que se da como resultado de esta votación no es bueno para la democracia mexicana. La consolidación de dos bloques antagónicos e irreconciliables allana el camino a una ultraderecha que aún no termina de aterrizar en México, pero está en auge en importantes democracias a ambos lados del Atlántico. Lo deseable en un sistema democrático es que el Parlamento sea un lugar para discutir, debatir y matizar los distintos planteamientos en un ambiente de tolerancia sin el que no puede existir libertad. Temas tan importantes que enfrentar como la transición energética, entre otros, requieren menos pose y más trabajo para construir acuerdos que permitan al país avanzar.

Con todo, la fuerza de los dos bloques que al día de hoy protagonizan la vida política se podrá calibrar próximamente en la elección del 5 de junio, donde estarán en juego seis gubernaturas. La intervención de Fernández Noroña, portavoz del PT, pudo haber dado alguna pista cuando afirmó que la alianza "Va por México" perdería este año Hidalgo y Oaxaca. ¿La omisión de Durango entre los estados mencionados sería un lapsus o una buena noticia para Esteban Villegas? Lo veremos.

Escrito en: Desde la frontera reforma, votación, eléctrica, México

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