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JESÚS SILVA-HERZOG

¿Batalla campal?

¿Batalla campal?

¿Batalla campal?

Jesús Silva

Leí hace un par de días un mensaje del senador Héctor Vasconcelos. Celebraba la propuesta de reforma electoral del presidente López Obrador. Oponerse a ella ponía en entredicho el patriotismo. "Hoy inicia una batalla campal por la democracia mexicana. La reforma electoral pide menos dinero a los partidos y a la burocracia electoral, menos legisladores, voto electrónico, consejeros del INE electos... ¿Qué patriota podría estar en contra de esto?" Lo notable del respaldo del senador es, por supuesto, el tono. La iniciativa que acaba de presentar el presidente no abre, a su entender, un tiempo de deliberación y negociación con las oposiciones. No se inicia un proceso para escuchar a los críticos y convencer a los opositores con una reforma que alcance el mayor consenso posible. Después de todo, estará de acuerdo en que las reglas del juego deben contar con el mayor respaldo posible. No era preludio de negociación sino llamado a la guerra: un toque de diana para la tropa. Lo que daba inicio con la iniciativa presidencial era, ni más ni menos que una "batalla campal" por la democracia en México: el combate decisivo entre el ejército de los demócratas y el de los antidemócratas.

El senador no solamente hace suya esa noción bélica de la política que es pieza fundamental del antiliberalismo populista, sino que secunda el destierro simbólico de los críticos. ¿Qué patriota podría estar en contra de la propuesta presidencial? Sólo un traidor podría dudar de la convicción democrática del presidente. La pregunta retórica que el senador formula al final de su mensaje conduce en su imaginación a una sola respuesta. Ningún patriota podría estar en contra de la iniciativa del amado líder. Los verdaderos patriotas celebrarán con entusiasmo la dulce muerte del INE. Sólo los malnacidos, los traidores a la patria podrían lamentar su entierro.

No creo que tenga sentido hablar de la procacidad de la gobernadora de Campeche y de su enjundia fascistoide. Esos traidores que estuvieron en contra del presidente no tienen derecho a vivir entre nosotros, gritó hace poco. La patria es nuestra y no tienen por qué ensuciárnosla los que tienen ideas distintas. No le veo mucho sentido hablar de un personaje tan grotesco que sueña con el exilio de todos los discrepantes. ¿Para qué hablar del diputado de Morena que llama a paredones pacíficos para los traidores? Hablo aquí de un senador respetable y honesto, de un hombre culto y sensible que ha terminado haciendo suyos los elementos fundamentales del discurso más autoritario. ¿Cómo es posible que este antiguo funcionario cultural, este pianista de oficio diplomático haya llegado a firmar un desplegado que describía al presidente como la mismísima patria encarnada y que consideraba a sus críticos como mercenarios y traidores? Que un hombre como Vasconcelos se haya intoxicado del veneno de un demagogo elemental nos recuerda la vieja seducción del despotismo. La ilusión de acompañar al gran caudillo en su epopeya histórica puede capturar la razón y el pudor; lleva a los hombres a desentenderse de las prudencias, las dudas y hasta el decoro.

El espíritu cortesano ha invadido toda la vida pública de México escribía Octavio Paz en su ensayo más famoso. Siguiendo la pauta del caudillo, todo el oficialismo mira al disidente como traidor y hay competencia por extremar la demonización. Esta es la herencia cultural más siniestra del lopezobradorismo. Confío en que no destruirá al INE, pero lo que está destruyendo es el camino de entendimiento. La reforma de Reyes Heroles no fue simplemente un paquete cambios legales. Fue la apertura de un método. Dialogar para reconocer el pluralismo y, así, darle espacio institucional. Las mesas que se abrieron en las diferentes estaciones del reformismo electoral significaban precisamente abandono de esa lógica de la guerra que va a la cacería de los traidores. Las oposiciones no eran el Anti México. El diálogo con el gobierno no era un pecado de lesa democracia. Esas conversaciones reconocían las distintas vías de la lealtad. Y es eso justamente lo que pretende aniquilar el lopezobradorismo con alaridos que exigen destierro y pancartas con el rostro de los forajidos; en conferencias de prensa y con fusilamientos simbólicos. No hay patria sino a través de Él.

Escrito en: JESÚS SILVA-HERZOG senador, patria, podría, reforma

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