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Urbe y Orbe

Un mundo en transformación, lo que nos toca

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ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

El mundo se está transformando de forma acelerada ante nuestros ojos. Los acontecimientos se agolpan uno tras otro configurando tendencias que se instalan o afianzan conforme las decisiones son tomadas en los centros de poder económico y político. El resabio de la pandemia, los visos de recesión y estancamiento, la inflación mundial, el colapso de las cadenas globales de suministro, el nuevo proceso de concentración de riqueza, la guerra de Rusia contra Ucrania, el resurgir de la OTAN, el distanciamiento del Reino Unido y la Unión Europea de Rusia, el endurecimiento de los regímenes autoritarios en Eurasia,la guerra comercial y la creciente tensión entre Estados Unidos y China por Taiwán y la hegemonía en la región del Indo-Pacífico, el renovado belicismo y extremismo de derecha en la Unión Americana y las diferencias ideológicas en el continente americano son sucesos que marcan la agenda en el plano internacional y que anuncian el cambio de época. Es importante notar el cambio y tratar de entenderlo para visualizar los riesgos y las oportunidades que nos significan. Geopolítica y geoeconomía determinan nuestras vidas más de lo que creemos.

La guerra en Ucrania ha entrado en una peligrosa fase de normalización. Ni Rusia ha doblegado a Ucrania, ni Occidente ha hundido la economía rusa. Si bien es cierto que las tropas rusashan afianzado sus posiciones en el este y sur y continúan infligiendo severos daños a la infraestructura civil y militar de Ucrania, el gobierno de Volodímir Zelenski se mantiene en pie gracias a la ayuda militarde EUA, RU y la UE.Por otro lado, las sanciones sin precedentes que han aplicado las potencias occidentales a Rusia no han tenido el efecto esperado, al menos todavía: la economía rusa creció en el primer trimestre de 2022 un 3.5 %, a pesar de las nuevas y viejas sanciones, mientras la economía estadounidense se contrajo 1.5 % en el mismo período. Pero lo preocupante de la normalización de la guerra de Ucrania es el daño a la población civil: millones de desplazados y refugiados, miles de muertos y decenas de miles de heridos. Los bombardeos se han vuelto sistemáticos, mientras las acusaciones de crímenes de guerra se vuelven cotidianas en un raro ambiente que atraviesa etapas de indiferencia, trivialidad e indignación.

El conflicto ha agudizado las complicaciones económicas provocadas por la pandemia de covid 19. Los confinamientos en los centros de producción de bienes intermedios y de consumo, ubicados principalmente en Asia Oriental, provocaron retrasos en las entregas que, junto con los trastornos en el comercio marítimo por la desubicación de contenedores, trastocaron las cadenas de suministro de alcance global. Los fletes se encarecen, algunos productos escasean y los precios se elevan. Este panorama ya de por sí complicado llevó a países de gran consumo, como EUA, dependientes de las fábricas orientales, a plantear la necesidad de reestructurar las cadenas de suministro para acercarlas al mercado de consumo, un hecho que ya había sido propuesto tras el inicio de la guerra comercial entre la Unión Americana y China. El conflicto en Ucrania ha profundizado la crisis y afianzado la tendencia. Productos básicos como hidrocarburos, granos, aceites, fertilizantes y metales, en los que Rusia y Ucrania destacan como productores, se han encarecido potenciando la crisis ya existente, lo que ha provocado una inflación global que compromete el crecimiento económico proyectado para 2022. Crisis sobre crisis, el escenario es de una incertidumbre que no ha hecho sino fortalecer la idea de que Norteamérica debe depender menos de China, como Europa de Rusia.

El escenario representa una oportunidad para América Latina. En la medida en que EUA necesita recortar sus cadenas de suministro de bienes intermedios y de consumo, la región latinoamericana aparece, con sus 660 millones de habitantes, como alternativa a China. Y aquí México juega un papel de primer orden como socio central de la Unión Americana, con quien comparte la frontera más dinámica del mundo, como puerta de entrada a Latinoamérica y como eslabón rentable entre el comercio trasatlántico y el transpacífico, un rol que asumió en la época del Virreinato. La oportunidad cobramayor relevancia dentro del marco del Tratado México-EUA-Canadá, que más que buscar una zona de libre comercio pretende consolidar la integración de América del Norte. Bajo esta lógica, los corredores económicos del norte y sur de México que se conectan con la gran ruta del TMEC que enlaza por tierra, mar y aire a los tres mercados norteamericanos, cobran una importancia especial, sobre todo, para regiones de ubicación estratégica como La Laguna. No obstante, las diferencias ideológicas actuales entre naciones del continente, evidentes ahora en medio de la polémica sobre los invitados a la Cumbre de las Américas a celebrarse del 6 y 10 de junio en Los Ángeles, se erigen como un reto, al que hay que sumar la creciente presencia comercial de China en Centro y Sudamérica.¿Podrán los países americanos superar sus diferencias coyunturales para consolidar un entramado económico continental? ¿Podrán las naciones latinoamericanas ser esa alternativa que busca EUA sin tener que renunciar a los beneficios que les brinda su sociedad con China?

La semana pasada vimos al presidente estadounidense Joe Biden en gira por Asia Oriental tratando de reforzar la presencia económica y política del titán americano en la región del Indo-Pacífico, una zona que Pekín considera vital para su desarrollo e influencia en el mundo. A EUA le interesa plantar cara a China en su zona cercana no sólo como competidor geoeconómico sino también como rival geopolítico. Taiwán es una pieza clave en todo el rompecabezas, similar a lo que es Ucrania entre Rusia y Europa. La isla es la principal productora de semiconductores en el mundo al mismo tiempo que es el enclave central para el dominio de los mares de China Oriental y Meridional. La presencia estadounidense puede leerse también como respuesta a la presencia china en América Latina. No obstante, en la misma semana de los movimientos de Biden, quedó expuesta parte de las debilidades internas de las dos superpotencias mundiales: el crecimiento de la violencia armada y la normalización de la extrema derecha como jugador político en EUA, y la represión del régimen chino contra la población musulmana uigur en Xinjiang, elementos ambos utilizados por cada estado para cuestionarse mientras incrementan su retórica hostil y belicista entorno a Taiwán.

Queda mencionar que no todos los sectores de la economía están en crisis. En medio del caos pandémico y la guerra, hay ganadoras: tecnológicas, financieras, navieras, energéticas y, por supuesto,productoras de armas, municiones y equipos bélicos. Empresas que están encabezando el proceso de mayor concentración de riqueza global en la historia del capitalismo.

@Artgonzaga

Urbeyorbe.com

Escrito en: Urbe y orbe guerra, Ucrania, Rusia, cadenas

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