La compleja relación con el padre
La relación con un padre es siempre significativa y compleja, llevamos su apellido y mucho más que eso, inclusive la primer palabra que suelen decir los bebés es "papá"... Todos tenemos un padre, aunque no haya estado presente, 50% y 50% padre y madre, es la realidad de la genética, la matemática perfecta, la pertenencia a él es irrenunciable, el vínculo de sangre no se disuelve, tu sangre lleva la pertenecía, aunque no lo soportes, a veces somos tan increíblemente parecidos a ellos que por eso mismo nos cuesta trabajo la relación. Cuando un papá falta, sentimos un inmenso grado de desprotección. Hay padres Peter Pan que la madurez emocional no les alcanza para cuidar, proteger, respaldar a sus hijos. Si quieres conocer a tu papá pregúntale por su infancia, a veces hacen lo mejor que pudieron con los recursos que tenía, deja de pedirle peras al manzano, un padre nos da lo que tiene para dar. No te quedes triste y resentido por lo que no recibiste, ahora que eres adulto te construyes en tu propio padre, no puedes hacerlo de otra manera, solo te queda honrar la vida que te dieron, perfecta, tal cual haya sido. Sana sana, colita de rana. El día de hoy ya eres un adulto, si te toco en la rifa un papá toxico, es momento de guardar la sana distancia, poner un límite, ser agradecido con lo que recibiste, entiende que tu padre no supo ni sabrá hablar en chino. Deja de esperarlo, exigirlo o quejarte, mejor haz un trabajo emocional, sanador. Deja de estar castigando a tu padre y aprende nuevos modelos de paternidad, quizá solo cuando nos convertimos en padres los entendemos, haz tu trabajo desde el corazón, repara esos lazos afectivos para poder escapar de la repetición, todo lo que esperabas de papá, lo que te dio o no te dio, dátelo tú, no lo esperes de tu pareja, tu pareja no tiene que llenar los zapatos de tu papá, busca trabajar de manera unilateral para sanar no sólo ese vínculo, sino el que has establecido con todos los hombres de tu vida a raíz de ese vínculo paterno lastimado. Todo lo que no te dio, por qué no estuvo a tu lado, te construyó, dio forma a quién eres, todo lo que fue, lo que no fue, te construyó, hasta su no presencia, todo te enseño algo. Elige pagar el tributo de manera consiente, hay cosas que tenemos que evidenciar para poderlas sanar. ¡Perdona! quizá no lo merezca, pero tu mereces ser libre. Cuando se ha tenido una infancia complicada, a veces cuesta amar a los padres, lo cual genera un gran sentimiento de culpa, pero, por otro lado, cuando la herida ha sido profunda o el padre sigue lastimando de alguna forma aún en la vida adulta, hay una profunda frustración al tener que seguir reeditando aquel dolor infantil y sentirse indefenso ante ello. Poder confrontar la omnipotencia parental y humanizar a las figuras de los padres, es una tarea necesaria de todo adulto sano, recolocar a las figuras de los padres y a la de nuestro Yo infantil, en lugares más adecuados y convertirnos entonces en el adulto que se hace cargo de su vida, sin culpa, sin vergüenza y en libertad de amar y dejarse amar, para así poder entrar al "mundo padre" y también poder salir de él sin culpa e íntegros. Es verdad que los padres merecen nuestro amor y gratitud, pero esto debería ser el resultado de una parentalidad amorosa en donde ese amor y gratitud se ganan o se pierden. Si la personalidad o actitudes de tu padre no han sido, ni son, propicias para un acercamiento cálido, entonces lo mejor es que te pongas a salvo y guardes distancia. No tiene ningún sentido con que ambos sean víctimas de sus propias limitaciones personales. Si se presta para una mejor relación, procura acercarte a él poco a poco. Conversen, escúchalo y comparte con él tu sentir y pensar inicialmente sobre temas cotidianos antes de pasar a conversaciones más profundas o complejas. Esta puede ser la oportunidad de acercarte a una figura fundamental en tu vida y buscar reparar viejas heridas, muchas de ellas producto de un temor injustificado hacia la figura paterna.