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PADRES E HIJOS

Dejemos que elijan lo que deseen estudiar

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Dejemos que elijan lo que deseen estudiar

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IGNACIO ESPINOZA

A estas alturas del siglo XXI, es increíble que aún haya padres y madres de familia que no permitan a sus hijos e hijas que decidan libremente lo que estos y estas desean estudiar, ya que hasta les imponen en qué plantel los inscribirán sin tomar en cuenta su opinión y lo que más adelante querrán cursar, incluso, ya a nivel profesional, es decir, una carrera que significará su desarrollo no solamente personal sino la fuente de ingresos económicos y su realización en el plano individual, que es un aspecto de lo más relevante para cualquier persona en uno de sus objetivos que se traza desde que ingresa al mundo de los planteles educativos.

Lo anterior viene a colación, amable lector(a), a raíz de que me enteré, hace unos días, del caso de la amiga de una de mis hijas cuya madre le dijo a su pequeña de 15 años que no se preocupara por la escuela a la que próximamente ingresaría, es decir, al bachillerato o preparatoria, ya que ella se encargaría de inscribirla, por lo que la adolescente sólo asintió, como resignándose a que la registraran en un plantel educativo de los más conocidos, en uno de los que ella esperaría estudiar en los próximos meses.

Sin embargo, y conforme transcurrían los días, se dio cuenta de que su madre no le comentaba algo acerca de la inscripción al bachillerato, casi dando por hecho que ya tenía su lugar seguro o que, por lo menos, en los siguientes días presentaría el examen de admisión. No obstante, grande fue su sorpresa al enterarse, por voz de su propia progenitora, de que no la había inscrito, por lo que la continuación de sus estudios de bachillerato está en riesgo ante la desconcertante reacción y decisión de su madre.

Claro que aún hay tiempo para que la adolescente sea inscrita en bachillerato para el semestre que inicia en agosto, aunque las opciones se reducen, ya que en los planteles educativos públicos el plazo ya se agotó una vez que el examen de Ceneval se llevó a cabo hace un par de semanas, con lo que prácticamente sólo tendría la posibilidad de ingresar a una escuela privada, que tal vez ni siquiera podría elegir, dado que su progenitora es la que toma las decisiones en ese y otros temas que le corresponderían directamente a su hija.

Este es sólo un ejemplo, amable lector(a), sobre cómo muchos padres no toman en cuenta la opinión de sus hijos para que ellos decidan dónde y qué quieren estudiar, pues no es válido que se les imponga el lugar ni el tipo de plantel educativo al que accederán en un nivel Medio Básico que es determinante en virtud de que de ahí dependerá la preparación académica -técnica o humanista- que deseen cursar para posteriormente ingresar al nivel Superior, es decir, a una carrera donde podrán desarrollar todo su potencial, con base en sus aptitudes y, principalmente, su vocación.

Es incomprensible el nivel de manipulación que en algunos casos todavía ejercen algunos padres en ese y otros aspectos de la vida de sus hijos e hijas, lo cual denota la falta de confianza en estos y, al mismo tiempo, la imposición, que significa el deseo de que sus pequeños o pequeñas estudien lo que piensan los progenitores que deben cursar porque tienen la idea o la obsesión de que es lo mejor para sus vástagos, aunque esta postura o decisión no necesariamente es la mejor ya que a las cabezas de la familia no nos corresponde tomar sin antes consultarla con quienes deben asumirla.

¿Qué va a pasar, por ejemplo, si esa adolescente se queda sin estudiar este semestre? Recordemos, en este contexto, que, si se pierde un semestre, se deja de cursar prácticamente todo un año, por lo que durante este lapso la jovencita no tendría opciones para acudir a la escuela, a menos de que ingresara a un plantel donde enseñen artes o música mientras se cumplen los 365 días siguientes para tener la oportunidad, nuevamente, de acceder a un bachillerato formal, ya sea de carácter público o privado, aunque podría repetirse el caso de que la mamá escogiera la escuela.

Esto, sin duda, es un círculo vicioso que se genera con una frecuencia que no quisiéramos que sucediera; sin embargo, ocurre de esta forma porque muchos jovencitos y jovencitas no se atreven a levantar la voz ni a desafiar a sus padres, por lo que terminan conformándose por estudiar donde estos les indican o fuerzan, aunque no sea ni el lugar ni el tipo de materias que desearían cursar para ingresar, dentro de tres años, a un plantel de Educación Superior.

Muchos padres y madres de familia, no obstante, tienen la firme convicción de que tienen el pleno derecho de seleccionar la escuela y los estudios que sus hijos e hijas deben abrazar en los próximos años, aunque esta idea de imposición, totalmente arbitraria y autoritaria, ya esté fuera de lugar, toda vez que se trata de una decisión que corresponde, repito, a los vástagos.

Por favor, permitamos que sean nuestros hijos e hijas quienes decidan el futuro de su educación, ya que se trata de una determinación de lo más importante en su vida, pues de ahí se generará su desarrollo personal y profesional que los marcará para toda su existencia, y qué mejor que ellos tomen las riendas en ese aspecto, pero con todo nuestro apoyo y guía.

Escrito en: Padres e hijos hijos, plantel, nivel, bachillerato

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