Una mañana no muy lejana al accidente, Reeve comenzó a pensar diferente: aunque clínicamente su caso no tendría solución, él volvería a la vida. A los fotógrafos se les hizo difícil entonces retratarlo de otra manera que no fuera sonriendo. Respirando artificialmente, inmóvil y en silla de ruedas, actuó en varios filmes y dirigió una sensible cinta acerca de un joven enfermo de SIDA. Y lo más importante: creó una fundación destinada a recaudar fondos que permitieran realizar investigaciones en beneficio de otros que, como él, estaban condenados a pasar el resto de la vida postrados.
Una mañana no muy lejana al accidente, Reeve comenzó a pensar diferente: aunque clínicamente su caso no tendría solución, él volvería a la vida. A los fotógrafos se les hizo difícil entonces retratarlo de otra manera que no fuera sonriendo. Respirando artificialmente, inmóvil y en silla de ruedas, actuó en varios filmes y dirigió una sensible cinta acerca de un joven enfermo de SIDA. Y lo más importante: creó una fundación destinada a recaudar fondos que permitieran realizar investigaciones en beneficio de otros que, como él, estaban condenados a pasar el resto de la vida postrados.En realidad su paso por el cine lo inmortalizó con tan sólo unos filmes, pero la fortaleza que mostró Christhoper Reeve al enfrentar por nueve años su enfermedad de tretaplejia, lo convirtió en un ejemplo de superación y en un héroe fuera de la pantalla. AP, Reuters, AEE. 12 de Octubre de 2004
publicada el 12 de octubre de 2004