Equipo. Aterciopelados está compuesto por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, quienes guiaron al público por un recorrido emocional cargado de poesía, crítica y energía.
Este fin de semana, Aterciopelados volvió a demostrar por qué su nombre está inscrito en la historia grande del rock latinoamericano.
La legendaria banda colombiana ofreció un concierto silente en el corazón de la Ciudad de México, una experiencia inmersiva que reunió a sus seguidores en un formato íntimo, donde la música se vivió a través de audífonos inalámbricos y una conexión directa con el alma del sonido.
Más que un espectáculo, fue una ceremonia sensorial en la que Andrea Echeverri y Héctor Buitrago guiaron al público por un recorrido emocional cargado de poesía, crítica y energía.
Desde los primeros acordes de "Maligno", la experiencia cobró una intensidad especial. El silencio exterior se convirtió en un lienzo que amplificó cada palabra y cada atmósfera tejida por la emblemática dupla.
El recinto elegido fue la PlayHaus, un espacio diseñado para experiencias inmersivas, donde la tecnología sirve de puente para nuevas formas de expresión artística. En este entorno, el público no solo escuchó música, la habitó.
A lo largo del concierto, Aterciopelados desplegó su repertorio con la fuerza simbólica que los caracteriza. "Apocalipsis" sonó como una advertencia urgente sobre el daño al planeta, mientras "Mor" sumergió a los asistentes en una mística vibración de ternura y resistencia.
No faltó el estallido colectivo con "Florecita rockera", coreada con pasión, ni la energía visceral de "Baracunátana", un clásico que sigue resonando como himno generacional.
Con su inconfundible estilo que entrelaza feminismo, ecología y rebeldía, la agrupación encontró en esta experiencia silente un canal para renovar su vínculo con el público, en un formato que privilegia la atención plena y la inmersión emocional.
Por una tarde, la Ciudad de México se sumió en un tipo de silencio distinto: uno que no calla, sino que amplifica. Y Aterciopelados, con su voz y su legado, demostró que el rock puede reinventarse sin perder su esencia, habitando nuevos territorios sin renunciar a su raíz.
¿Sabías que...?
En este show, los asistentes, ataviados con audífonos inalámbricos, se sumergieron en un viaje emocional.



