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Caso Carlos Emilio: cómo la desaparición de un joven cambió la cara del turismo en Mazatlán

Mazatlán intenta salvar su imagen, pero el miedo ya hizo reserva.

Caso Carlos Emilio: cómo la desaparición de un joven cambió la cara del turismo en Mazatlán

JORGE LUIS CANDELAS 18 oct 2025 - 15:03

La desaparición del joven duranguense Carlos Emilio Galván Valenzuela, ocurrida el pasado 5 de octubre dentro del bar Terraza Valentino en Mazatlán, dejó de ser un asunto local para convertirse en una herida abierta en el corazón del turismo sinaloense.

A dos semanas del hecho, la ola de desconfianza empieza a sentirse entre viajeros, empresarios y autoridades que buscan contener una crisis de imagen que amenaza al puerto más visitado de Sinaloa.

El caso que encendió las alertas

Carlos Emilio, de 21 años y originario de Guadalupe Victoria, Durango, desapareció tras levantarse al baño en plena madrugada dentro del emblemático Valentino, un punto turístico emblemático del malecón mazatleco. Desde entonces, no se sabe nada de él.

La Fiscalía de Sinaloa confirmó que investiga el hecho como privación de la libertad, y aunque el establecimiento aseguró haber entregado los videos de vigilancia y colaborar con las autoridades, las respuestas siguen sin llegar.

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El golpe a la reputación del puerto

El nombre de Mazatlán comenzó a circular en todo el país, pero no por su malecón o su gastronomía, sino por una pregunta incómoda: ¿Qué tan seguro es viajar a Mazatlán?

Desde Durango y otros estados del norte, agencias de viajes reportan que no hay cancelaciones masivas, pero sí un aumento en la precaución y el temor.Algunos viajeros han pedido mover fechas, acortar estancias o evitar salidas nocturnas, ante la percepción de riesgo.

Mientras tanto, hoteleros locales confirman que el daño a la imagen ya está hecho. La difusión mediática negativa comienza a reflejarse en una baja en reservaciones, justo cuando el puerto intentaba recuperarse de una temporada baja complicada por la inseguridad. El sector calcula una caída promedio de 16 puntos porcentuales en la ocupación hotelera respecto al año pasado.

La campaña del miedo en redes

En redes sociales circulan mensajes y videos con advertencias para “no viajar a Mazatlán”, impulsados por familiares de desaparecidos y activistas. “Aquí desaparece la gente, no vengan a Mazatlán”, se lee en publicaciones que han alcanzado miles de compartidos.

Las autoridades locales y estatales intentaron contener el impacto con una estrategia de comunicación rápida: “No estigmaticen Mazatlán, aquí hay condiciones para visitar”, declaró la Secretaría de Turismo de Sinaloa.

Pero el daño a la percepción pública ya estaba hecho. En temas de seguridad, el miedo viaja más rápido que cualquier comunicado oficial.

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Más desapariciones, más desconfianza

El caso de Carlos Emilio no es un hecho aislado. Solo en octubre se han reportado otras tres desapariciones de mujeres en Mazatlán, además de varios casos previos de duranguenses ausentes en el puerto.

La Fiscalía de Durango incluso pidió “valorar los viajes” hacia Mazatlán ante la racha de casos sin resolver. El sector privado teme un efecto dominó: menos turistas, menos consumo, y más empleos en riesgo.

La CANIRAC Mazatlán pidió no politizar el tema, pero reconoció que se necesita una estrategia urgente de manejo de crisis para evitar que el puerto sea etiquetado como destino peligroso.

Entre la crisis y la negación

En lo que va de 2025, Mazatlán ha mantenido una ocupación promedio del 49 %, cuando el año pasado superaba el 65 %. La diferencia representa millones de pesos en pérdidas para hoteles, restaurantes y agencias. Para sobrevivir, muchos empresarios han optado por reducir personal, ofrecer promociones agresivas o recurrir a créditos bancarios.

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Aun así, las autoridades insisten en que “todo está bajo control” y que el turismo se mantiene estable. Pero la narrativa oficial choca con la percepción ciudadana: la inseguridad se respira, y cada nuevo caso de desaparición erosiona un poco más la confianza.

Un destino entre la esperanza y el riesgo

Mazatlán vive un dilema: reconstruir su imagen turística mientras enfrenta una crisis de desapariciones que exige respuestas reales. Los comunicados y las campañas no bastan. El turismo necesita certeza, no promesas.

La desaparición de Carlos Emilio expuso la fragilidad del puerto ante los escándalos y la falta de resultados. Si las autoridades no logran revertir la narrativa con acciones concretas, vigilancia, justicia, transparencia, el impacto no solo será económico: será moral.

Mazatlán puede perder algo más que turistas: puede perder la confianza de todo un país.

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