Caso Carlos Emilio: desaparición de duranguenses tensa la relación entre Durango y Sinaloa
La desaparición de Carlos Emilio, un joven duranguense visto por última vez el 5 de octubre en la Terraza Valentino de Mazatlán, ha dejado de ser solo un caso policial: se convirtió en un tema político que está generando roces entre los gobiernos de Durango y Sinaloa.
En los últimos días, funcionarios de ambos estados han intercambiado declaraciones sobre la colaboración en la investigación, los protocolos de búsqueda y la seguridad en la zona turística del puerto sinaloense, donde se reportan más de una decena de personas desaparecidas en circunstancias similares.
“No tengo nada que hablar con el gobernador de Durango”
El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, fue tajante al ser cuestionado sobre el caso. “Yo no tengo nada que hablar con el gobernador de Durango”, respondió al ser preguntado si había comunicación directa con Esteban Villegas Villarreal.
Sus palabras generaron molestia en Durango, donde la sociedad y los medios locales perciben falta de coordinación e incluso indiferencia del gobierno sinaloense ante los casos de duranguenses desaparecidos.
Desde Durango, la Fiscalía estatal ha reiterado que existe “coordinación institucional”, aunque de manera “intermitente”, con su homóloga sinaloense. En tanto, familiares de las víctimas aseguran que la información avanza con lentitud y que no han tenido acceso a los videos ni a los informes completos del lugar donde ocurrió la desaparición.
Mazatlán bajo la lupa
El caso de Carlos Emilio se suma a una lista de jóvenes duranguenses que desaparecieron recientemente en Mazatlán. Entre ellos se mencionan los nombres de Helena Vela Leyva, Manuel de Jesús Vizcarra Sosa o José Osbaldo Alvarado Ibarra, todos desaparecidos en distintas fechas durante los últimos meses, aunque las autoridades aún no han confirmado vínculos entre los casos.
El malecón y las inmediaciones del Valentino se han convertido en un punto señalado por colectivos y familiares, quienes denuncian que las cámaras de seguridad presentan “lagunas” o están fuera de servicio en el momento de los hechos.
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Ante la presión social, la Fiscalía de Sinaloa ha intensificado operativos y revisado inmuebles en la zona costera, aunque hasta el momento no se han dado resultados concretos.
Indignación y marchas desde Durango
La madre de Carlos Emilio ha encabezado movilizaciones en Durango y Mazatlán, donde cientos de personas marcharon con velas y playeras blancas exigiendo su regreso con vida.
El clamor ciudadano ha crecido al grito de “¡Queremos justicia!”, mientras que en redes sociales la campaña #DóndeEstáCarlosEmilio se ha vuelto un símbolo de protesta y unión entre ambos estados.
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“Pedimos respeto, empatía y coordinación. No es tiempo de confrontaciones, es tiempo de respuestas”, expresó la madre del joven durante una transmisión en vivo reciente, en la que invitó a un rosario virtual por su hijo.
Entre la presión social y la diplomacia política
Mientras la sociedad civil se organiza y las familias reclaman resultados, los gobiernos estatales tratan de mantener un discurso de colaboración, aunque la tensión es evidente.
La falta de comunicación directa entre los gobernadores ha sido interpretada como una ruptura política y diplomática que podría afectar futuras coordinaciones en materia de seguridad y turismo.
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La CANIRAC Mazatlán y las cámaras empresariales han pedido “prudencia y cooperación institucional”, advirtiendo que la percepción de inseguridad puede impactar directamente en la llegada de turistas del norte del país, especialmente de Durango, uno de sus principales mercados.
Un caso que ya trascendió fronteras estatales
A dos semanas de la desaparición de Carlos Emilio, el caso sigue abierto, sin detenidos y con versiones encontradas.Pero más allá de la investigación, el tema ya se convirtió en un termómetro del deterioro político entre dos estados vecinos, históricamente conectados por turismo, comercio y migración.
Cada día que pasa sin respuestas aumenta la tensión, el reclamo social y la desconfianza. Y aunque Durango y Sinaloa insisten en que trabajan “de manera conjunta”, lo cierto es que el caso Carlos Emilio ha dejado al descubierto fracturas institucionales y un vacío de empatía oficial frente al dolor de las familias.