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Rancho Izaguirre

Golpes, castigos y hasta canibalismo; jovencita narra cómo fue su reclutamiento forzoso a un cártel

Joven mujer, con apenas 17 años, cuenta cómo fue su experiencia en el Rancho Izaguirre.

Golpes, castigos y hasta canibalismo; jovencita narra cómo fue su reclutamiento forzoso a un cártel

REDACCIÓN WEB 12 ago 2025 - 12:31

Recientemente, el youtuber identificado como Gafe423, presentó en su podcast llamado "Zona de Guerra", el testimonio de una mujer que perteneció a las filas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), donde reveló su experiencia en el Rancho Izaguirre.

En esta interesante charla, "Néctar", como fue identificada y como dijo que es reconocida en la organización criminal, reveló datos perturbadores sobre su andar como sicario.

Este testimonio narra, desde el inicio, cómo fue el proceso por el que fue reclutada, el entrenamiento extremo al que fue sometida, la forma en que le pagaban por "su trabajo" y sobre todo, cómo es la vida de una mujer sicaria.

Redes sociales, el gancho para reclutar

El gancho para poder reclutar a Néctar, fue el dinero. Con apenas 17 años de edad, el recurso económico fue una de las razones por las que la joven fue impulsada a pedir más información sobre una vacante para "las cuatro letras", dijo.

A través de Tiktok, Néctar vio un video en el que ofrecían la jugosa cantidad de 5 mil pesos semanales para trabajar para el cártel, con todos los gastos pagados y con todas las prestaciones superiores a las que ofrecen en un empleo formal, lícito.

"Por medio de TikTok, que te salen videos, ¿no?... estaba viendo y me sale que para las cuatro letras Guadalajara, que todo pagado, que vas a ganar tanto...", recordó Néctar.

Luego del gancho de la publicación a través de redes sociales, Néctar se puso en contacto y, por medio de aplicaciones de mensajería, le fue solicitada su papelería, además que le pidieron un video en el que tenía que agradecer a un supuesto jefe "por la oportunidad" que se le brindaba, así como una especia de juramento de lealtad hacia el bando.

Las instrucciones fueron claras, y unas horas su boleto de autobús para trasladarse hasta Guadalajara, llegó hasta sus manos.

Algunos lograron escapar, otros quedaron en el intento

De quienes emprendieron el camino hacia ese destino, solo algunos pudieron entender de qué se trataba la "vacante", aunque no todos pudieron escapar, pues fueron capturados y castigados.

Ya estando de aquel lado del país, los empleadores tenían el absoluto control de los jóvenes, desalojándolos de sus pertenencias, como celulares y documentación, además de una fuerte intimidación.

El inicio de una pesadilla

Al llegar al sitio del "trabajo", en el Rancho Izaguirre, los reclutadores separaban a los prospectos, por género, y eran sometidos a entrevistas donde adquirían información personal de cada uno.

En este mismo filtro, los "postulantes" eran obligados a desnudarse para "verificar su género".

Aunque relata que la presencia de mujeres en la organización era baja, quienes ingresaban vivían bajo presión constante sobre su rendimiento y solo cabía la obediencia.

Todos parejos: los reclutados estaban expuestos a sesiones de ejercicios físicos extremos, en los que, si alguno no podía, el castigo era para todos.

Entre los ejercicios, se narró que hacían posiciones de mortero, lagartijas o "aguilitas", hasta privarse deliberadamente de ir al baño o consumir alimentos.

Los castigos por incumplimiento de órdenes, terminaba con golpizas en grupo, palazos, y sesiones forzadas de ejercicios.

Así es la vida de una mujer sicaria

Como mujeres, las reclutas enfrentaban una presión doble, pues además de cumplir con las habilidades físicas, también tenían que lidiar con el estigma y comentarios despectivos de los varones y mandos intermedios.

Néctar platicó sobre episodios de ejecuciones como represalia ante supuestos errores o presuntas traiciones.

"La bienvenida" también implicaba un castigo para quienes provenían de las filas del ejército o de bandos policiales, llamado "doble 08", donde el reclutado caminaba por una fila de hombres que lo golpeaban a su paso al frente y al final, el líder los golpeaba con un arma; quienes lloraban, eran etiquetados como "inútiles".

Por su parte, las mujeres tenían como instrucción, después de alguna ejecución, tener que limpiar el área, proceso en el que también perros participaban comiendo algunos restos.

Práctica de canibalismo

Reveló que, dentro del Rancho Izaguirre, había un cuarto conocido como la "carnicería", reservado para desmembrar cuerpos.

En relación con la comida, el menú de rigor era sardinas, arroz y agua de sabor, aunque aseguró que varias veces llegaron a ser alimentados con carne de la que desconocían su procedencia, sugiriendo que se trataba de carne humana.

Segura de que lo vivió, Néctar afirmó que en dos ocasiones, integrantes fueron obligados a comer carne humana como parte de un castigo, en la dinámica de obediencia y humillación.

Las relaciones sentimentales y sexuales al interior de la organización, era reprimida y castigada.

Pagos y costos en la organización

Dentro de la agrupación, los reclutados debían pagar montos sobrevalorados por productos y servicios tan básicos, como el corte de cabello, función que desarrollaba Néctar.

Puntualmente, el pago semanal se realizaba cada lunes, recuerda Néctar.

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