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Jesucristo en los libros

Jesucristo en los libros

22 dic 2025 - 04:03

Cuando el Redentor se hallaba próximo a aparecer sobre la tierra, las naciones esperaban algún personaje famoso. "Una antigua y persistente opinión, dice Suetonio, se había extendido por Oriente, y era que un hombre nacería en la Judea, llamado a obtener el imperio universal". Tácito refiere el mismo hecho con iguales palabras. Según este historiador, "la mayor parte de los judíos estaban convencidos, por un oráculo contenido en los antiguos libros de los sacerdotes, de que en aquel tiempo (el reinado de Vespasiano) prevalecería el Oriente, y que un hijo de la Judea reinaría en el mundo". Hablando de Josefo de la ruina de Jerusalén, refiere que los judíos se determinaron principalmente a la revolución contra los romanos, por una obscura profecía que les anunciaba que en aquella época "se levantaría un hombre de entre ellos, y dominaría el Universo" (Chateaubriand, "El Genio del cristianismo", 1802).

Desde otro punto de vista, Jesús comparó el reino del bien con un grano de mostaza, que con ser tan pequeño crece hasta llegar a ser una planta tan grande que los pájaros pueden llegar a anidar en ella (...) Comparó también al reino del bien con un tesoro oculto en un campo que alguien descubre y que vuelve a ocultar de nuevo y luego con alegría vende todo lo que tiene y compra aquel campo (G.W.F. Hegel, Historia de Jesús, 1795)

Estás aún, todos los días entre nosotros. Y estarás con nosotros perpetuamente. Vives entre nosotros, a nuestro lado, sobre la tierra, que es tuya y nuestra; sobre esta tierra que, niño, te acogió entre los niños, y, acusado, te crucificó entre ladrones; vives con los vivos, sobre la tierra de los vivientes, de la que te agradaste y a la que amas; vives con vida sobrehumana en la tierra de los hombres, invisible aún para los que te buscan, quizá debajo de un pobre que mendiga su pan y a quien nadie mira (...) Has dicho una vez: "Si alguien está solo, Yo estoy con él. Mueve la piedra y allí me encontrarás: hiende la madera, que allí estoy Yo". Mas para descubrirte en la piedra y en el leño, es necesaria, cuando menos, la voluntad de buscarte (...) Más de una vez, después de la resurrección, te has aparecido a los vivos, les has mostrado tu rostro y hablado con tu voz (...) Los hombres, alejándose del Evangelio, han encontrado la desolación y la muerte (...) Ya no tenemos nosotros, los desesperados, sino la esperanza de que vuelvas (Giovanni Papini, "Historia de Cristo", 1921).

Así como el cristianismo se transformó en todo sentido en las tres primeras centurias de su existencia y se convirtió en una nueva religión en comparación con la religión original, esto también fue válido con respecto al concepto de Jesús. En el cristianismo primitivo prevaleció la doctrina adopcionista, es decir, la creencia de que el hombre Jesús había sido elevado a la dignidad de un dios. Con el desarrollo continuado de la iglesia, el concepto de la naturaleza de Jesús tendió cada vez más al punto de vista pneumático: un hombre no era elevado a la dignidad de un dios, sino que un dios descendía para convertirse en hombre

(Erich Fromm, "El dogma de Cristo", 1964)

(Selección: OJL)

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