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CARAVANA COCA-COLA

La Caravana Coca-Cola y el eterno debate: ¿magia navideña o publicidad disfrazada?

La Caravana Coca-Cola otra vez en problemas… ¿por qué no podemos tener cosas bonitas?

La Caravana Coca-Cola y el eterno debate: ¿magia navideña o publicidad disfrazada?

JORGE LUIS CANDELAS 3 dic 2025 - 15:48

Durante años, la Caravana Navideña de Coca-Cola ha sido sinónimo de luces, música y esa sensación de “ya llegó la Navidad”. Pero conforme crece la discusión sobre salud pública, obesidad infantil y publicidad dirigida a menores, el espectáculo dejó de ser inocente: hoy es uno de los eventos corporativos más polémicos del país.

ONG, especialistas y hasta gobiernos estatales cuestionan su permanencia y acusan que el desfile funciona como publicidad encubierta dirigida a niñas y niños, algo que —según ellos— va contra la normatividad vigente.

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Publicidad disfrazada de fiesta (y el gran problema legal)

El punto más fuerte de la controversia está aquí:

  • La legislación mexicana prohíbe usar personajes, juguetes o elementos atractivos para menores en la publicidad de productos con sellos de advertencia.

  • Diversas organizaciones señalan que la Caravana, con Santa Claus, duendes, trineos, luces y personajes “mágicos”, sí usa elementos diseñados para atraer a la infancia, aun cuando se presenta como “evento cultural”.

Para los críticos, la Caravana es una estrategia emocional: un desfile que asocia sentimientos positivos (la Navidad, la familia, la ilusión) con una bebida azucarada.Para sus defensores… “solo es un desfile”.

El choque con la salud pública

México tiene una de las tasas más altas de obesidad y diabetes en el mundo. Ante eso, especialistas cuestionan que un refresco tan consumido, y con altos niveles de azúcar, siga promoviendo su marca mediante un espectáculo que atrae principalmente a familias con niños.

La crítica central es:

¿Es adecuado un mega-evento de marketing infantil de una bebida azucarada en un país donde la salud infantil es una emergencia nacional?

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La ‘magia’ que crea consumidores de por vida

Más allá de la ley, existe un punto ético: El desfile funciona como formador de lealtad. Al asociar “Navidad” con “Coca-Cola”, se genera un vínculo emocional que puede durar años.

Expertos en salud pública y derechos de la infancia argumentan que este tipo de marketing va más allá de vender un producto: construye hábitos de consumo desde edades tempranas, justo en un mercado donde las bebidas azucaradas están cada vez más restringidas.

Prohibiciones, pleitos y ciudades que dijeron ‘no’

En los últimos años, al menos tres entidades federativas han cancelado o expulsado la Caravana, citando motivos como publicidad indebida dirigida a menores, impacto en salud pública e incumplimiento de lineamientos sanitarios. Entre ellas destacan municipios de Guanajuato (como León e Irapuato), Puebla capital y zonas conurbadas, así como Pachuca en Hidalgo, donde autoridades decidieron no autorizar el desfile.

En otras ciudades, colectivos solicitaron a COFEPRIS que intervenga e incluso que detenga definitivamente la Caravana.

Del otro lado, la empresa se defiende: afirma que es un evento cultural sin fines promocionales.

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Entre el cariño popular y el debate regulatorio

A pesar de la polémica, en muchas ciudades la Caravana sigue siendo un éxito masivo. Familias completas salen a las calles, los niños se emocionan, las redes se llenan de fotos, y el evento, en la experiencia del público, sigue siendo “algo bonito”.

Pero esa es justamente la tensión:

¿Hasta qué punto un evento tan querido puede ser, al mismo tiempo, una forma de marketing que no debería estar dirigida a menores?

Ahí está el centro del debate.

¿Qué sigue para la Caravana?

La discusión crecerá:

  • La regulación sobre publicidad infantil es cada vez más estricta.
  • Las ONG han profesionalizado su monitoreo de marcas.
  • Más municipios están revisando permisos con lupa.

La Caravana puede seguir, transformarse… o terminar enfrentando mayores restricciones.

Por ahora, lo que sí queda claro es que un desfile que parecía intocable se convirtió en el mejor ejemplo de cómo la nostalgia, el marketing y la salud pública chocan de frente en México.

Y la pregunta entonces queda... 

“¿Por qué no podemos tener cosas bonitas?”Porque incluso lo bonito viene con letra chiquita.

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