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Leyendas duranguenses

Leyendas duranguenses: La escalofriante historia del Seminarista que vigila el Cuartel

Los custodios más veteranos afirman que el de repente hay un "espíritu" cuando el silencio y la oscuridad envuelven por completo la zona.

Leyendas duranguenses: La escalofriante historia del Seminarista que vigila el Cuartel

EMILIO BARRIENTOS 15 oct 2025 - 18:34

En el corazón de la ciudad de Durango se alza uno de los edificios más antiguos y enigmáticos del estado, el actual Cuartel Militar de la Décima Zona, un recinto que, antes de albergar soldados, fue el Seminario Conciliar de Durango.

En sus aulas se formaban jóvenes que aspiraban a convertirse en sacerdotes, entre ellos un estudiante llamado Juan de Dios Izaguirre Noguera, cuyo nombre pasaría a la historia no por su fe, sino por el misterio que dejó tras su muerte.

Juan era originario de Nazas y fue enviado al seminario por recomendación del cura de su pueblo. Era un joven disciplinado, inteligente y de carácter reservado, lo que le granjeó el respeto de maestros y compañeros. Sin embargo, tras esa apariencia tranquila se ocultaba un secreto que cambiaría el destino del antiguo seminario para siempre.

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Romance, tragedia y muerte

Durante sus vacaciones, Juan regresó a su pueblo natal, donde conoció a Edelmira, una joven de familia cercana a la suya. Su relación, marcada por la discreción y el riesgo, floreció pese a los votos que él debía cumplir como seminarista. Con el tiempo, el amor se transformó en una unión prohibida.

Meses después, durante el caos de la Revolución Mexicana, Edelmira dio a luz en condiciones precarias, y es que ni ella ni el bebé sobrevivieron. Desesperado y temeroso de las consecuencias, Juan ocultó los cuerpos dentro de las paredes del seminario, sellando el espacio con ladrillos y cal. Desde ese momento, su vida se tornó sombría.

Cuando las tropas revolucionarias tomaron Durango, el joven intentó impedir que los soldados subieran al segundo piso del edificio. Al verlo actuar con nerviosismo, los militares sospecharon de él y le dispararon sin piedad, y ante su muerte comenzó la leyenda.

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Voces en la penumbra

Con el paso de los años, los soldados que ocuparon el antiguo seminario comenzaron a reportar sucesos inexplicables. Aseguraban escuchar pasos en los pasillos, ver sombras vestidas con sotana y sentir empujones al recorrer las escaleras del cuartel.

Algunos incluso relataron haber visto a un hombre con hábito, observando en silencio desde las ventanas del segundo piso. Se dice que el espíritu de Juan de Dios continúa rondando el edificio, protegiendo el secreto que selló entre los muros. 

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