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'Mujer saliendo del psicoanalista' y un cuadro de Klimt

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'Mujer saliendo del psicoanalista' y un cuadro de Klimt

SAC

La primera vez que entré al consultorio de mi psiquiatra, nerviosa y desconfiada, lo primero que vi fue una reproducción de 'Mujer saliendo del psicoanalista', de Remedios Varo.

Había escuchado muchas historias de terror sobre psicólogos y psiquiatras: el lento proceso que puede suponer un diagnóstico, las terapias mal aplicadas, el uso exagerado de medicamentos. Además, iba cargando todavía con mis propios estereotipos sobre las enfermedades mentales, aún me costaba aceptar que era bastante probable que tuviera una y había terminado en ese sillón sólo por el temor a que los ataques de pánico se volvieran más frecuentes.

Recuerdo la extrañeza con la que reconocí el cuadro de Remedios Varo. Mis ojos después encontraron un reloj al estilo de los que aparecen en "La persistencia de la memoria", de Salvador Dalí, y una reproducción del Quijote. Sentí una rara familiaridad.

***

Las personas parecen dividirse cuando eres alguien que ama el arte: están los que lo aman también, y los que piensan que:

1.- es una pérdida de tiempo.

2.- eres una creída porque 'te sientes intelectual'.

Por algún motivo, encontrar compinches en el arte resulta más complicado que hacerlo para el deporte, aunque ambas 'actividades' -a falta de una mejor palabra- requieren que se eche a andar el mismo mecanismo que activa la pasión: ver un partido de la selección mexicana en una ciudad extranjera en compañía resulta sencillo si encuentras un bar que lo transmita, y encontrar una pareja para ciclismo es casi tan simple como sacar tu bicicleta.

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Cuando recién llegué a la Ciudad de México, los becarios PRENDE compartíamos algunas clases con estudiantes de la maestría en Comunicación de la Ibero. Un día, dos de esas estudiantes me invitaron a la FIL de Minería: ahí descubrieron que yo, como ellas, era una ñoña de los libros, y se convirtieron en la primera pareja de lo que después sería nuestra familia surrealista.

Ahora, una de ellas es mi roomie. Entre las muchas cosas que nos unen, está nuestra devoción por Leonora Carrington y Remedios Varo. En mi cumpleaños 27, mientras hojeábamos 'Cuentos Mágicos', el catálogo de la exposición de Carrington en el Museo de Arte Moderno, encontramos el siguiente fragmento de un texto de Remedios:

'Noche de sábado a domingo, 22 a 23 de marzo. Dos días después, se presentó el francés en casa de Leonora, y Bill (que tiene un hermano gemelo) en la mía, a la misma hora. Los recibimos cada una en las mismas circunstancias, levantándonos de la siesta, pelo échevelé y pies desnudos'.

Creo que no es necesario aclarar que la siesta, el pelo échevelé y los pies desnudos son una constante en nuestra casa, y que, para dos amantes del surrealismo, la coincidencia causó tal sorpresa que llevó a Lore a prometerme que si algún día tiene una hija la llamará Remedios (y ahora está publicado, así que no puede arrepentirse).

***

Hace una semana, terminé en el consultorio de un nuevo doctor, especializado en un área en la que tuve una experiencia espantosa cuando niña. Yo, aferrada como siempre, trataba de espantar al recuerdo mientras esperaba en una sillita. Cuando el hombre abrió la puerta, lo primero que vi fue una reproducción de 'Las Meninas' de Diego Velázquez, y, colgando a su lado, 'El beso', de Gustav Klimt.

Minutos después, mientras revisaba mi presión e insertaba una pequeña aguja en mi dedo, me contó que había pasado una hora en el Prado frente a 'Las Meninas' y discutimos por qué nos gusta más Madrid que Barcelona.

Hago una búsqueda rápida en Google, porque no consigo llegar al punto de todo esto y ya escribí cuartilla tras cuartilla que con toda seguridad borraré en unos momentos: llego a un artículo llamado 'El arte como instrumento para el desarrollo de la empatía', de Carlos G. Musso y Paula A. Enz. El texto plantea que si bien todos somos capaces de ser empáticos, 'ésta puede optimizarse, a través de su ejercitación y mayor comprensión por medio de la lectura (literatura), contemplación (pintura, escultura, danza, cine) y/o escucha (música) de obras maestras del arte universal, pues la genialidad de sus autores les ha permitido infundirles una fuerte eficacia simbólica, a tal punto que el contacto con este tipo de material resulta transformador, pues torna a quien impregna en una persona más sensible y empática [...] Durante la experiencia empática, la situación vivida por el otro encuentra eco en el mundo interior de quien lo observa y esa conexión se hace posible gracias a ese 'transbordador al pasado' que es la memoria sentimental. Sólo se puede sentir lo que se reconoce'.

Esta columna la desató, principalmente, dos experiencias médicas, pero la experiencia es aplicable a descubrir que un extraño y tú aman al mismo tenista, a la misma revista de moda, a la misma serie de Netflix. Hay un puente que comienza a construirse cuando compartes esas pequeñas cosas con alguien -tal vez por eso me gusta prestar libros a las personas que amo-.

Aquel día de 2015, en el consultorio de mi psiquiatra, antes que cualquier diagnóstico, pasamos un buen rato hablando de surrealismo y de Cervantes. El miedo se fue y yo sentí que estaba en buenas manos. Lo mismo pensé al ver 'Las Meninas' hace una semana, y mientras viajaba en el asiento trasero del carro de Ana rumbo a la FIL de Minería.

No estaba equivocada.

Twitter: @SNGCalderon

Escrito en: ITINERANTE Remedios, mientras, misma, nuestra

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